Medir el tiempo siempre ha sido una obsesión en la Historia. Durante el día se utilizaban los relojes solares y por las noches (como ocurría en algunos monasterios medievales) se utilizaban velas que se iban consumiendo).
Los primeros relojes de agua o clepsidras fueron realizados en Egipto (Amenhoted I, 1.530 a C) o en el templo de Karnac.
También se conocieron el el mundo griego, romano o chino.
Solían consistir en varios recipientes conectados por orificios por los que iba cayendo el agua a un ritmo constante. El recipiente inferior estaba marcado indicando así el agua.
Tomado de
En Al Andalus, las clepsidrás más famosas las realizó Azarquiel en Toledo (en la Corte de Al Mamun, en el Palacio de la Noria ). Ésta es su descripción
«Lo que hay de maravilloso y sorprendente en Toledo, tanto que no creemos que haya en todo el mundo habitado ciudad alguna que se le iguale en esto, son dos recipientes de agua (al-billitan) que fabricó el célebre astrónomo Abu-1-Qasim b. Abd al-Rahman conocido con el nombre de Azarquiel (bi-l-Zarqal). Cuentan que este Azarquiel oyó hablar de cierto aparato que hay en la ciudad de Arin, en la India (y del cual dice al Masudi que señalaba las horas por medio de unas aspas o manos, desde que salía el Sol hasta que se ponía), y se propuso construir un artificio parecido por medio del cual supiera la gente qué hora del día o de la noche era y pudieran conocer la edad de la Luna. Para ello construyó grandes estanques en una casa, en las afueras de Toledo, a orillas del Tajo, cerca del sitio llamado Puerta de los Curtidores, haciendo que se llenaran de agua ó se vaciaran según el crecimiento y menguante de la Luna
»Según nos han informado personas que vieron estas clepsidras funcionaban así: en cuanto aparecía el novilunio, el agua empezaba a afluir a los estanques por tuberías invisibles de tal modo que al anochecer del día siguiente había la mitad de un séptimo justo de agua. De este modo iba aumentando el agua en los estanques, así de día como de noche, hasta que al fin de una semana los estanques estaban llenos hasta la mitad y la semana siguiente se veían llenos del todo, hasta el punto de rebosar el agua. Luego, a partir de la decimoquinta noche del mes, la Luna empezaba a decrecer y también menguaba el agua del estanque a razón, también, de la mitad de un séptimo cada día, y en el día vigésimonoveno del mes quedaban vacíos del todo los estanques.
»Si durante este ciclo de aumento y disminución del agua alguien extraía parte de ella, aumentaba el flujo de las tuberías de abastecimiento de tal modo que no se alteraba el ritmo del ciclo. Lo mismo ocurría en el caso de que alguien aumentase el caudal de los estanques, pues lo que sobraba salía inmediatamente. De tal modo que el aparato de Azarquiel superaba en maravilla al de la ciudad de Arin porque en esta ciudad las noches y los días son siempre iguales.
»Estas clepsidras duraron hasta que el rey Alfonso (VII) quiso saber cómo y de dónde llegaba el agua de los estaques y cómo se efectuaba el movimiento y mandó que se desmontara una de ellas.
»El despiece y la destrucción de la misma tuvo lugar el año 528 de la hégira (1134 d.C.) y el causante del daño fue el astrónomo judío Hamis b. Zabara... pues solicitó al Rey que fuera él el encargado de desmontar la clepsidra a fin de estudiar su artificio y poder mejorarlo, llenándose de día y vaciándose de noche, prometiendo volver a instalarla; pero luego no supo y quedó uno de los relojes inutilizad
Quizás lo podáis entender algo mejor con este vídeo
Para saber más
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