El Siglo XVII es el momento del Barroco en donde las cosas no son como parecen, y en muchas ocasiones son más apariencias que realidades. Ya lo comentaba Quevedo respecto al Imperio español, empeñado en seguir siendo el centro del mundo cuando ya nos hundíamos en la más espantosa crisis:
Estas apariencias pueden ser, simplemente, una forma de no querer reconocer la realidad, y seguir viviendo por encima de las posibilidades de cada uno (algo parecido a los que nos ha conducido a la crisis económica actual, en donde pedíamos un crédito tras otro para seguir un nivel de vida verdaderamente imposible).
Esto es lo que hace uno de los amos del Lazarillo de Tormes que prefiere desperdicir una cuantas migas de pan para ponérselas encima de las barbas (con el hambre que tenía) para que los demás pensaran que comía con regularidad
Hay muchas cosas aquí que parecen existir y luego no son más que un nombre o una apariencia.
Estas apariencias pueden ser, simplemente, una forma de no querer reconocer la realidad, y seguir viviendo por encima de las posibilidades de cada uno (algo parecido a los que nos ha conducido a la crisis económica actual, en donde pedíamos un crédito tras otro para seguir un nivel de vida verdaderamente imposible).
Esto es lo que hace uno de los amos del Lazarillo de Tormes que prefiere desperdicir una cuantas migas de pan para ponérselas encima de las barbas (con el hambre que tenía) para que los demás pensaran que comía con regularidad
De la misma manera ocurre en este fragmento de una obra de teatro
Porque en mi vida la vi
sino en coche; por aquesta
fue por quien se ha presumido
que le dijo a su marido
"Con lo que la casa cuesta
de alquiler, echemos coche."
volviéndole a decir,
"¿Pues dónde hemos de vivir
y estar el día y la noche?"
Dijo, "si el coche tuviera,
sin casa vivir podía
en el coche todo el día
y de noche en la cochera."
(Calderón de la Barca. Mañanas de abril y mayo)
aunque despierto me veo?
No sueño, pues toco y creo
Lo que he sido y lo que soy
(La vida es Sueño. Calderón de la Barca)
"Con lo que la casa cuesta
de alquiler, echemos coche."
volviéndole a decir,
"¿Pues dónde hemos de vivir
y estar el día y la noche?"
Dijo, "si el coche tuviera,
sin casa vivir podía
en el coche todo el día
y de noche en la cochera."
(Calderón de la Barca. Mañanas de abril y mayo)
Pero las apariencias van mucho más allá, y termina siendo un tema casi filosófico. Las personas son como personajes de una obra de teatro que ya no saben si viven o si están soñando.
¿Que quizá soñando estoy,aunque despierto me veo?
No sueño, pues toco y creo
Lo que he sido y lo que soy
(La vida es Sueño. Calderón de la Barca)
O, como ocurre en el Quijote, que ve una realidad distinta a la de Sancho Panza (en la primera parte), mientras que en la segunda los papeles se cambian, pues nada es verdad o mentira, todo es subjetivo (como pasa muchas veces en nuestro mundo actual cuando ¿es verdad todo lo que sale en televisión o internet, cuántas leyendas urbanas, totalmente falsas, nos llegan a nuestro correo electrónico?)
Y esto que estamos viendo en la Literatura de la época, es muy habitual encontrarlo también en el arte. La pintura suele fingir la realidad, como ha ido pasando en todas las fotos de este post. A esto se llama trampantojos, trampas para el ojo, engaños a la mirada para dar más fuerza al poder religioso o político.
Aquí todo es mentira, hasta la propia cúpula. Todo pintando. Un gigantesco trampantojo.
Si queréis ver más sobre esta sociedad y vida de las apariencias, fijaros en las comidas de reyes y nobles
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