Un documento fantástico (unas cien páginas) que nos puede servir tanto para entender el funcionamiento de los interrogatorios inquisitoriales como para profundizar algo más en el pensamiento de Giordano Bruno.
Frente a los primeros se puede intentar jugar a adivinar cuánto había de verdad y cuánto de envidia, autoprotección de los otros detenidos o pura fantasía, sobre todo cuando las preguntas se despeñan por los temas más peregrinos.
Junto a estos fragmentos existen otros que nos llevan al corazón de su pensamiento, que en muchas ocasiones le obligó a dudar sobre las grandes cuestiones teológicas por una sola cuestión de método, la de dudar de todo y sólo creer en lo que verdaderamente es capaz de comprender y razonar, aunque esto le traiga un sinfín de dificultades que culminarán con su muerte.
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