En esta ciudad de Samarcante se tratan de cada año muchas
mercadurías de muchas maneras que allí vienen del Catay y de la India de
Tartaria, y de otras muchas partes, y de su tierra, que es abastada, y porque
en ella no había plaza solemne para en que se vendiesen ordenada y
regladamente, mandó el Señor que fuese hecha por la ciudad una calle que
tuviese de una parte y de otra boticas en ella, y tiendas para en que se
vendiesen las mercadurías, y que esta calle comenzase de un cabo de la ciudad,
y fuese hasta el otro, que atravesase toda la ciudad: la cual obra encomendó a
dos Mirassaes suyos, haciéndoles saber, que si no ponían en ello toda su
diligencia, haciendo labrar de día y de noche, que con sus cabezas lo
contentarían. Los cuales Mirassaes comenzaron su obra derrocando cuantas casas
hallaban por do el Señor mandaba ir la dicha calle, fuesen cuyas quisiesen, que
no se cataban sus dueños, salvo cuando les derrocaban las casas, y salían y la calle era cubierta de bóvedas con ventanas, por do
entraba la lumbre.
(...)
La ciudad de Samarcante está asentada en un llano, y es
cercada de un muro de tierra, y de cavas muy hondas, y es poco más grande que
la ciudad de Sevilla; pero de fuera de la ciudad hay muy gran pueblo de casas,
que son ayuntadas como barrios en muchas partes: ca la ciudad es toda en
derredor cercada de muchas huertas y viñas, y duran estas huertas en lugar
legua y media, y lugar dos leguas, y la ciudad en medio, y entre estas huertas
hay calles y plazas muy pobladas, ca vive mucha gente, y venden pan y carne, y
otras muchas cosas, así que lo que es poblado de fuera de los muros, es muy
mayor pueblo que lo que es cercado. Y entre estas huertas que de fuera de la
ciudad son, están las grandes y honradas casas, y el Señor allí tenía los sus
palacios y cavas honradas. Otrosí los Grandes hombres de la ciudad las sus
estanzas y casas entre estas huertas las tenían, y tantas son estas huertas y
viñas y cerca de la ciudad, que cuando hombre llega a la ciudad, no parece si
no una montaña de muy altos árboles, y la ciudad asentada en medio: y por la
ciudad, y por entre estas dichas huertas iban muchas acequias de agua, y entre
estas huertas había muchos melonares y algodones, y los melones de esta tierra
son muchos y buenos, y por Navidad hay tantos melones y uvas, que es maravilla:
y de cada día vienen muchos camellos cargados de melones, tantos que es
maravilla cómo se gastan y comen, y en las aldeas hay tantos de ellos, que los
pasan y hacen de ellos como de los higos, que los tienen de un año a otro, y
pásanlos de esta manera: córtanlos al través pedazos grandes, y quítanles las
cortezas, y pónenlos al sol, y de que son secos, tuércenlos unos con otros, y
métenlos en unas seras, y allí los tienen de un año a otro. Y fuera de la
ciudad hay grandes llanuras, en que hay muchas aldeas y muy pobladas, que el
Señor hizo poblar
(...)
El Señor había tan gran voluntad de ennoblecer esta ciudad,
ca en cuantas tierras él fue y conquistó, de tantas hizo llevar gente que
poblasen esta ciudad, y en su tierra, señaladamente de maestros de todas artes.
De Damasco llevó los maestros
que pudo haber, así de paños de seda de todas maneras, como los que hacen arcos
con que ellos tiran, y armeros, y los que labran el vidrio y barro, que los
había allí los mejores del mundo. Y de la Turquía llevó ballesteros, y otros de
otras partes, cuantos allí halló, y albañiles y plateros, cuantos allí halló, y
tantos de éstos llevó, que de todos los maestros y menestriles que quisiereis,
hallaríaisles en esta ciudad. Llevó maestros de ingenios y lombarderos, y los que hacen
las cuerdas para los ingenios: y estos sembraron cáñamo y lino, que nunca lo
hubo en esta tierra hasta ahora.
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