Un novela desde y sobre la elegancia, el savoir fare tanto de su protagonista como de su escritor y su estilo comedido y lleno de sabiduría que sabe penetrar en el alma de sus personajes como un nuevo Tolstoi, a quien tanto ama, pasado por la irónica desesperanza de la posmodernidad.
Inteligente y cautivadora, con apasionantes cambios de ritmo, su autor nos habla de una historia casi imposible, la de un noble obligado a permanecer décadas enclaustrado en el hotel Metropol de Moscú en donde irá estableciendo una sutil telaraña de afectos y complicidades mientras, afuera, sucede la historia oficial de la URSS, desde Lenin a Kruchev.
El dibujo de los personajes es magnífico, desde el cocinero de su gran restaurante a una fascinante niña de cinco años; con burócratas, arribistas, periodistas extranjeros Y bellas actrices con galgos, como sauces; escritores inconformistas y maestros de piano, hermanas muertas, abuelas de elegancia extrema...
Realmente, hacía años que no me fascinaba tanto una novela. Y su final:
a-po-te-ó-si-co.
a-po-te-ó-si-co.
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