Debería considerarse como pecado (y no venial) escribir tan rabiosamente bien, y conseguir párrafos enteros sin un sólo punto, con subordinadas de relativo, sustantivas y todo tipo de adverbiales, como una larga ola que crece suavemente sobre la arena dorada de la playa desierta que él llena de historias antiguas, profundamente clásicas, en perfecta armonía con un paisaje descrito con una adjetivación tan sólo al alcance de muy pocos (Borges entre ellos, uno de sus primeros traductores)
Nuestro querido Gabo aprendió mucho de él y en esta historia de una saga, los Sartoris, condenada desde siempre al fracaso desde su inmenso poder, está el claro embrión de los Buendía, con la señorita Jenny como una futura Úrsula y un insistente sabor a derrota de tiempos pasados, imposibles de recuperar.
En palabras de su propio autor , esta sería la mejor novela para introducirse en su universo tan bello como doloroso, lleno de metáforas y mil odios arrastrados
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