Una distopía pavorosa en un mundo en donde se ha perdido las películas, la lectura, la insumisión e incluso el pensamiento, todo perfectamente domesticado a través de la educación y la química.
Los sentimientos
han de ser celosamente reprimidos, las parejas solo se constituirán para un sexo rápido, no habrá
hijos y mucho menos memoria de lo que fueron antes las cosas.
En este mundo
vivirán robots categorizados a cuyo frente se encontrará un modelo 9 que siente
pero no puede ni amar, ni tener sexo ni acabar con su vida.
Habrá un viejo
profesor que ha aprendido a leer en las películas mudas, y luego a escribir, y
una joven inteligente y contraria a cualquier dominio que piensa en los robots
como siervos y no dueños, y en la libertad.
Sobre este
triángulo el escritor escribe una verdadera pesadilla, la de un mundo que ha
perdido la memoria, los sentimientos y la solidaridad humana, y que se encamina
hacia la desaparición de los humanos y la perpetuación de los robots y sus
rutinas.
Una terrible
reflexión sobre lo que nos hace realmente humanos frente a la mecánica de las
máquinas que terminan creando un mundo de absurda precisión en donde no cabe el
amor ni la esperanza.
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