Como una sutil cirujana va diseccionar el amor como si fuera su cadáver. Abriendo poco a poco sus sucesivas capas para estudiar lo que ocurre pero también lo que realmente pasa, analizando los motivos de cada uno de ellos, sin amor pero tampoco odio, casi pura ciencia.
Una ciencia de las cosas pequeñas, del significado de los gestos y las respuestas que va acercándonos a lo más profundo del ser humano, la lucha entre su interés por amar y su propio egoísmo.
La autora goza de una eficacia narrativa asombrosa para contar a través de pequeños detalles y razones. Qué bien pasa de lo general a lo distintos puntos de vista de la pareja. Cómo consigue crear toda una historia enhebrando unas pocas (casi insignificantes) historias. De qué manera tan mágica consigue convertir los objetos cotidianos en símbolos secretos de las parejas. Qué sentido del humor pero también del recato (de respeto a sus propios personajes). Qué cantidad de recursos estilísticos que se adaptan a cada historia
Con todos estos mil instrumentos consigue hablar de múltiples tipos de amor, de enamoramientos pero también de rupturas. Hay todo un amplio abanico, de la ternura de los amores otoñales, de las rutinas y el miedo a lo desconocido, el humor sencillo de una medallita de la Macarena, sobre lo que creemos que ocurre y lo que verdaderamente sucede, sobre los niños propios y los postizos, sobre la adolescencia como campo de minas amoroso, sobre la muerte incluso
Realmente he disfrutado mucho de su lectura y estoy seguro que volveré a estos cuentos dentro de unos meses para saborearlo mucho mejor, sobre todo ahora que estamos escribiendo tanto de amor.
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