Como veíamos en un post anterior, la pirámide social del Antiguo Régimen estaba ocupada por la nobleza.
Evidentemente el estamento no era homogéneo y dentro de él existían numerosas categorías, desde los grandes de España (que tenían el privilegio de mantenerse cubiertos ante el rey y que copaban los principales cargos políticos, militares, diplomáticos…, y eran grandes terratenientes) hasta los simples hidalgos, nobles pero pobres, como muchas veces ilustró la novela picaresca.
Su origen guerrero medieval se fue poco a poco perdiendo para convertirse en una nobleza palaciega que se mueve (especialmente en sus más altos representantes) en torno al poder real, acumulando cargos (en muchas ocasiones verdaderamente inútiles) en palacio, como lo podéis ver en el apartado que dedicamos al protocolo real.
Toda la nobleza es una de las grandes sostenedoras de una cultura del gasto y la apariencia que tanto dañó nuestra economía. En un siglo en donde la imagen pública era indispensable esta nobleza fue una gran despilfarradora en gastos suntuarios (superfluos) como ropa, palacios, mecenazgos artístico, limosnas y donaciones…
En muchos casos esto les obligó a llevar un tren de vida superior a sus posibilidades que sólo se apoyaba en los patrimonios familiares o en la explotación (absentista) de las tierras, pues una de los grandes problemas de la economía de la época será el rechazo frontal de los nobles a cualquier tipo de trabajo manual o incluso comercial.
En torno a esta nobleza se creó una serie de formas culturales que perduraron durante mucho tiempo, como la idea de honor, la limpieza de sangre (que demostraba la inexistencia de antepasados musulmanes o judíos en su familia, en muchos casos falsificados) o los famosos memoriales de hidalguía (que demostraban su árboles genealógicos) de los que se burlaría (un siglo después) Goya en sus Caprichos.
Tomado de http://commons.wikimedia.org/wiki/Caprichos?uselang=es
A todo esto hay que añadir que esta nobleza es el espejo en donde se mira la sociedad de la época, por lo que los pecados de esta nobleza (gasto sin freno, desprecio al trabajo manual y los negocios, importancia de la apariencia frente a la competencia) lo serán de España entera, siendo una de las causas de nuestro fracaso económico
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