viernes, 15 de octubre de 2010

PARA PENSAR COMO UN NOBLE DEL FEUDALISMO. EL CANTAR DE ROLDÁN


Roldán y Ferragut. Estella. Navarra



El Cantar de Roldán (La Chanson de Roland) es un poema épico de varios cientos de versos, escrito a finales del siglo XI por un monje normando, Turoldo. Junto al Mio Cid y los ciclos artúricos se encuentra entre los llamados cantares de gesta medievales, tal vez primero orales y más tarde escrito en monasterios y que los juglares extendieron por todo el territorio.
Su éxito se debió a la perfecta correspondencia con la mentalidad de la época, reflejando de forma inigualable la ideología y comportamiento de la nobleza. Sus ideas claves (fuerza, honor, valor, brazo armado de Dios…) nos aparece en ellos como en ningún otro lugar.
Precisamente por ellos estos cantares de gesta nos pueden ayudar a conseguir dos objetivos con nuestros alumnos: conocer y apreciar estas piezas maestras de la literatura medieval y, a la vez, dar una imagen real de esa mentalidad caballeresca y poderla entender de una forma más vívida que la que nos suelen plantear el libro de texto.
Precisamente estos fragmentos los utilicé el año pasado en clase de 2º de la ESO y, por raro que parezca, les fascinaron. Evidentemente, los tuvimos que leer en clase, explicando palabras y expresiones. Pero gracias a un par de sesiones trabajando en gran grupo con estos textos, los chicos consiguieron meterse en el papel de esos caballeros y pensar como ellos, lo que me resultaba fundamental para que luego entendieran conceptos más complejos como vasallaje, feudalismo, …
Junto a los fragmentos incluyo en este post imágenes del románico y de los entornos de Roncenvalles que luego utilicé para proyectar en clase y que pueden ampliar su visión y conectarla tanto con el medio físico como iniciarles con el mundo del románico.
Por cierto, se puede acceder libremente al texto completo en

                                                           Roncesvalles.

El emperador se muestra alegre; está de buen humor, pues ya conquistó Cordres. Ha destruido sus murallas y ha abatido las torres con sus catapultas. Sus caballeros han hallado gran botín: oro, plata y preciosas armaduras. Ni un solo infiel quedó en la villa: todos murieron o fueron bautizados.(…)
Carlos, que reina en Francia, os manda decir esto: recibid la ley de los cristianos, os entregará como feudo la mitad de España. Si no queréis aceptar este acuerdo, vendrá el rey a poner sitio a Zaragoza: se os tomará cautivo y se os cargará de ligaduras; seréis conducido derechamente a Aquisgrán y no tendréis para el camino ni mulo ni mula para poder cabalgar; se os arrojará sobre mala bestia de carga. Una vez allí, luego de juzgaros, se os cortará la cabeza. (…)
Por nuestro rey debemos morir. ¡Prestad vuestro brazo a la cristiandad! Vais a entablar la lucha; contra los infieles. Confesad vuestras culpas y rogad que Dios os perdone; os daré mi absolución para salvar vuestras almas. Si vinierais a morir, seréis santos mártires y los sitios más altos del paraíso serán para vosotros. (…)


¡Padre Verdadero! Defiéndeme en este día ¡Si te place, concédeme por tu gracia que pueda vengar a mi sobrino Roldán!
Grandes e intrépidos son los ejércitos. Todos los cuerpos de batalla han trenzado la lucha. Los infieles atacan con furia. ¡Dios! ¡Cuántas astas partidas en dos, cuántos escudos rotos, cuántas cotas desgarradas! La tierra está cubierta de despojos.(…) e rompe el escudo y le desgarra la cota, le abre el pecho, destrozándole los huesos y le quebranta el espinazo. Le arranca el alma con su lanza y la tira afuera. Hunde violentamente el hierro, estremeciendo al cuerpo; con el asta lo derriba muerto del caballo y al caer se le parte la nuca en dos mitades (…) Gran matanza provoca entre los sarracenos. ¡Si lo hubierais visto arrojar muerto sobre muerto y derramar en charcos la clara sangre! Cubiertos de ella están sus dos brazos y su cota, y su buen corcel tiene rojos el pescuezo y el lomo





Señores barones, mucho os estimo, tengo fe en vosotros. ¡Muchas batallas por mí librasteis, conquistasteis muchos reinos y destronasteis monarcas! Lo reconozco, y os debo por ello, mi cuerpo, mis tierras y mis riquezas.
Carlos, el de la Francia, es de singular bravura, y el emir no le tiembla ni se atemoriza. Enarbolan sus espadas desnudas y descargan sobre sus escudos recias estocadas. Parten los cueros y las maderas, que son dobles; los clavos se desprenden. Después, a cuerpo limpio, se golpean sobre sus corazas. De sus yelmos claros salen chispas. No ha de terminar esta lucha sin que uno de los dos reconozca su error.

Dice el emir: -¡Carlos, vuelve en ti! ¡Resígnate a mostrarme tu arrepentimiento! Conviértete en mi vasallo y ríndeme pleitesía, y ven después conmigo a Oriente para servirme.
Y responde Carlos: -A fe que sería cometer gran villanía. No debo otorgar a un infiel ni paz ni amor. Acepta la ley que nos reveló Dios, la ley cristiana: de este modo te amaré al instante. Después confiesa y sirve al rey Todopoderoso.
-¡Mal sermón me estás predicando! -dice Baligán. Y reanudan su lucha con la espada.
El emir es de gran vigor. Hiere a Carlomagno sobre su yelmo de acero oscuro, lo quiebra sobre su cabeza y lo hiende. La hoja penetra hasta la cabellera y corta un palmo entero de carne, o más; el hueso queda al descubierto. Carlos se tambalea y por poco cae a tierra. Pero Dios no quiere que sea muerto ni vencido. San Gabriel retorna hacia él y le pregunta:
-Rey magno, ¿qué haces?

                                                            Roncesvalles

Pasa el día; es ya noche cerrada. El emperador ha tomado Zaragoza. Mil franceses han sido encargados de reconocer a fondo la ciudad, sus sinagogas y sus mezquitas. Con mazas de hierro y grandes hachas destrozan las imágenes y todos los ídolos. El rey cree en Dios; quiere servirlo debidamente, y sus obispos bendicen las aguas. Hace llevar a los infieles hasta el baptisterio; si alguno resiste ante Carlos, el rey lo manda colgar, o le da muerte por el fuego o el acero. Más de cien mil se vuelven verdaderos cristianos por el bautismo, excepto la reina, que será conducida a Francia, la dulce, en cautiverio: el rey quiere que se convierta por amor.

Silo de Carlomagno. 
Supuesta sepultura de Roldán y el resto de pares de Francia muertos en el ataque de los vascones, el hecho histórico que dio origen al cantar


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