En realidad había sido otro enamoramiento más de la Pichula que también pasó al mundo de la literatura, como esta novela que narra, casi literalmente, la apasionada historia de amor que tuvo con su tía política, Julia Urquidi, diez años mayor que él, con la que se casó a los 19. Un matrimonio que terminaría cuando se enamoró con su prima Patricia Llosa a la que dejó por Isabel Presley y a la que volvió en sus últimos dos años de vida.
Esta era una de las historia del libro en donde no escondió ni siquiera su nombre y contó todo el escándalo que provocó.
La otra, acaso como un contrapunto gracioso, como en el teatro barroco, el Escribidor, una figura grotesca del escritor sin fin, tan productivo en todas las múltiples radionovelas que redactaba que termina por mezclarlas y crear un caos primordial en donde la vida y la literatura (por el lado contrario, el de la locura, el quijotesco) se unen.
La obra se convierte así en un mecanismo complejo que se extiende entre la realidad (más real que nunca) y la fantasía, desbordando todos los límites, como alguna de las obras de Rusdhie.