Es muy posible que el lector comience el libro pensando qué le va a aportar una historia de gauchos que bailan un baile terrible, el malambo.
Pero se equivocaría si esto le hiciera abandonar. Perdería una novela apasionante que habla de sacrificio extremo, de valor, en traga, poderío, amor hacia uno mismo y una fuerte sensibilidad.
Es una novela casi psicológica, de deslumbramientos, de vidas que tienen una sola misión, llegar al festival y, dios no lo quiera, ganarlo (pues detrás de la victoria ya no hay nada más, sólo el lento olvido)
El malambo, este baile mitad duelo, mitad pavoneo, es un reto y una meta, un sueño para el que vivir y esforzarse en un entrenamiento durísimo que es tan bello y breve como una pompa de jabón, tan bello y arrasador como un relámpago, una rotura de la vida, un momento de gracia total.
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