Con el mismo espíritu de síntesis, retoma especialmente a Benjamin y hace una relectura del alemán para buscar los orígenes de la crisis de la narración de la modernidad.
Coincide con él que la falta de tiempo, la aceleración de la historia y la vida cotidiana (aún más con la digitalización) que no permite la escucha atenta, algo verdaderamente imprescindible para la narración verdadera,
Ni escucha ni sentimiento de comunidad (de pura oralidad) que convierte a la narración como algo individual, con un aura reducida.
Sobre estas premisas , nuestro filósofo de cabecera plantea una dicotomía que nos explica muy profundamente. A la narración opone la información. Mientras la primera da sentido a nuestras vidas, la segunda simplemente las llena de datos, pues la información carece de un sentido de conjunto, y simplemente es una cascada de datos.
Estos item se van tan rápidamente como llegan y no nos aportan una explicación del mundo ni de nosotros mismos (pues para eso se necesita la narración, sus elipsis, sus síntesis y elecciones, tal y como hace la memoria).
Por todo ello la información es perfecta para nuestra sociedad posmoderna, hipercapitalistas e interconectadas. Una técnica que nos vacía por pura saturación (es demasiado transparente para tener efectos espirituales como lo es la narración, necesitada de oscuridad, metáfora y símbolo) que se expande en las redes sociales (incapaces de una verdadera narración debido a su hiperactividad).
Mientras lo leía (durante esa misma noche) yo no podía dejar de pensar sobre lo que realmente significa la literatura y su capacidad de sanación (individual y colectiva). Desde los cuentos infantiles a las novelas son transmisores de una experiencia fundamental para las personas (para que ordenen su mundo y se puedan pensar a favor o en contra de esta experiencia, conociéndote a sí mismo)
Pues yo no podía dejar de pensar en Homero, en su Iliada y su Odisea como las primeras narraciones occidentales que fueron los espejos en donde los griegos (y por ende los romanos y luego todo occidente) se miraban y comprendían. Fueron el fermento y cemento de toda una civilización que supo ponerse en palabras y contarse a si misma desde múltiples puntos de vista.
Desde él los demás que hemos intentado seguir escribiendo seguimos convencidos que cualquier argumento es válido pues lo importante es crear esa narración significativa que nos vuelve personas.
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