Parece asombroso que este poemario los escribiera una mujer ... en 1947, bajo el franquismo más asfixiante, machista y católico.
Pues toda la obra es un gran grito de Eva contra Dios creador. Un duro ajuste de cuentas contra el Ser que nunca la había entendido ni querido, convirtiéndola en madre desgraciada de hijos asesinos o asesinados, pareja de un Adán al que desea pero no puede acercarse realmente.
Una mujer que pasa por el dolor, el deseo, la tentación o la sed pero nunca la culpa, pues desde el primer verso se sabe un simple peón de un plan incomprensible en donde las mujeres (desde esta Eva a la mujer y las hijas de Lot, Sara o la propia María) son manipuladas.
La obra es todo un prodigio de sensualidad (la manera en la que se describe el paraíso perdido) y de sexualidad, con episodios tan poderosos como el de Caín o la Sequía.
Hay además maravillosas imágenes, tan dulces y azules, tan transparentes, que darían ganas de saborearlas despacio entre la lengua y los dientes para advertir toda la suavidad que hay bajo lo duro y diamantino de las letras que las envuelven.
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