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Un sutilísimo juego de deseos, imaginaciones, realidades y ensueños en el que protagonista, un profesor de piano que ensaya los nocturnos de Chopin para un concierto, nos va introduciendo.
Nosotros nunca sabemos a quién habla, si a la alumna, si a su psiquiatra o a la misteriosa Blanca. Pero tampoco importa, igual que la música de Chopin con la que está escrita, las frases nos envuelven en pulsiones, deseos frescos u oscuros. Como un zambullirse en nuestras propias y más oscuras noches, deseamos a Verónica, a Elsa o a Blanca sin entender otras razones que los pasadizos de ese deseo.
La novela es a veces densa pero tampoco importa, porque muchas cosas no hay que conocerlas sino simplemente sentirlas, como ese Chopin que el músico escribe en la Cartuja de Valdemosa y su extraordinario piano mujer.
Un erotismo envuelto en música y rituales que sofistica las pulsiones y las tensiones
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