jueves, 3 de febrero de 2022

Textos sobre el cristianismo primitivo. Peter Brown

 Los cristianos eran emigrantes de corazón, desraizados ideológicamente, separados de su entorno por una creencia que sabían compartida con pequeños grupos a lo largo de todo el Imperio. En una época en la que tantísimas barreras locales se iban oscura y dolorosamente erosionando, los cristianos se habían adelantado llamándose a sí mismos «una no nación». La Iglesia se declaraba también, expresamente, igualitaria. Un grupo, en el cual no había «ni esclavos ni libres», podía afrentar a un aristócrata llamándolo utópico o subversivo. Además, en una época en la que las barreras que separaban a los prósperos libertos de los senadores desclasados eran cada vez más irreales, un grupo religioso podía dar el paso final de ignorarlas. En Roma, la comunidad cristiana de comienzos del siglo III era un lugar en el que precisamente tales anomalías se congregaban y toleraban: la Iglesia incluía en su seno a un poderoso liberto, chambelán del emperador; su obispo había sido un antiguo esclavo de ese liberto; estaba protegida por la amante del emperador y patrocinada por nobles señoras.(...)

La comunidad cristiana comenzó de repente a ejercer notable atracción sobre los hombres que se sentían abandonados. En un período de inflación los cristianos invirtieron grandes sumas de dinero contante y sonante en el pueblo; en una época de una brutalidad siempre en aumento, el valor de los mártires cristianos era impresionante; durante las emergencias públicas, tales como revoluciones y epidemias, la clerecía cristiana se mostraba como el único grupo unido en la ciudad capaz de preocuparse del sepelio de los muertos y de organizar distribuciones de alimentos. (...)

La atracción del cristianismo seguía fundamentándose en su radical sentido comunitario; absorbía a la gente porque el individuo podía evadirse de un mundo tremendamente impersonal para ingresar en una comunidad en miniatura, cuyas exigencias y relaciones eran explícitas.(...)

Formulado brevemente, estos personajes creían que en Platón y en la disciplina intelectual de las universidades griegas habían encontrado un sistema de acallar tensiones, de mantener bien sujetos ambos extremos de una cuerda, mientras que los pensadores más radicales y los movimientos más revolucionarios de su alrededor habían permitido de algún modo que se rompiera esa cuerda. Ellos insistían, por el contrario, en la posibilidad de aprehender, por medio de la contemplación racional, la conexión íntima entre cualquier nivel del mundo visible y su fuente en el Dios único. Para ellos era posible «tocar» por medio del pensamiento el centro nuclear de todo, percibido a través de la belleza no plenamente expandida de las cosas visibles. Utilizando una imagen simple, consideraban al mundo y a su relación con Dios como un yoyó que se enrolla rápidamente arriba y abajo en torno a un hilo. Para ellos, los gnósticos habían cortado este hilo, pues el gnosticismo había afirmado que no existía ninguna conexión entre el universo y el Dios bueno, entre el interior del hombre y su exterior, entre su cuerpo y su alma. Los cristianos, por el contrario, no habían permitido que el yoyó desplegara todas sus potencialidades: habían limitado su atención al Dios único; el fulgor del crudo monoteísmo de los cristianos había eliminado las polícromas articulaciones de los dioses visibles e invisibles, por medio de los cuales era necesario que la belleza del Único llegara hasta los ojos de los mortales. Mantener viva la conexión entre lo visible y lo invisible, entre el inefable mundo interior y su articulación expresiva en el universo exterior, sostener que era posible para las cosas naturales cargarse de significado por medio del alma, tales fueron los servicios que Plotino rindió a sus contemporáneos y sucesores. Ciertos cristianos, cuyo pensamiento dominó en la Edad Media —san Agustín en Occidente y el desconocido autor de las Jerarquías celestes (conocido más tarde como el Pseudo-Dionisio) que escribió hacia el año 500 en Oriente— fueron igualmente deudores del apasionado equilibrio mantenido por Plotino. Para un platónico, la relación entre cuerpo y alma era un microcosmos que reflejaba el controvertido problema de la conexión entre Dios y el universo. La respuesta de Plotino a esta cuestión era característica. Poseer un cuerpo, había decidido, no era más pecado para el hombre que proyectar una sombra. El cuerpo, ciertamente, era un hermoso instrumento por medio del cual el alma intentaba expresarse; un hombre debe cuidar y entrenar su cuerpo, al igual que un músico ha de mantener bien afinada su lira. Este era un ideal tenso y muy sentido, pero absolutamente contrario a la ascética. Podemos comprender lo que quiere decir Plotino si contemplamos el arte sobre el que ejercía su mecenazgo la generación que escuchaba sus clases: no es «ultramundano», sino «intramundano». Lejos de abandonar la gracia y la individualidad del cuerpo, los retratos del Bajo Imperio concentran esta corporalidad en torno a los accesos a través de los cuales podemos pasar directamente desde el cuerpo a la mente humana. El énfasis se sitúa en los ojos. Estos relampaguean hacia nosotros revelándonos una vida interior oculta en una nube cargada de carne. La Antigüedad tardía es la época de los retratos abrumadores.(...)

El mundo de la Antigüedad Tardía (Brown_ Peter)


TODOS NUESTROS POST SOBRE EL CRISTIANISMO

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar en este blog. Tus sugerencias serán siempre bienvenidas.
No olvides que si publicas un comentario estás aceptando algunas normas.
Por favor, sé respetuoso en tus palabras. Por supuesto puedes estar en desacuerdo con lo dicho en este blog, y también criticarlo, pero guardando las normas básicas de educación.
No se admite spam y contenidos publicitarios (serán eliminados)
Por el hecho de comentar aceptas nuestra política de privacidad (ver en apartado política de privacidad y aviso legal) y dando consentimiento explícito a que figuren aquí los datos con los que firmes o te registres (recuerda que puedes hacerlo con tu perfil blogger, nombre y URL o en modo anónimo; no es necesario email)
Si no quieres dar consentimiento, no comentes. Si tienes dudas, visita la política de privacidad.

Responsable de los datos: Vicente Camarasa (contacto correo en la parte superior derecha del blog).
Finalidad: moderar los comentarios.
Legitimación: consentimiento del usuario
Destinatarios: el sistema de comentarios de Blogger.
Derechos del usuario: acceder, rectificar, limitar y suprimir datos (si los hubiera)