sábado, 18 de julio de 2020

EL LIBRO DEL SÁBADO. Manuel Vicent. Ava en la noche


                                                                    
El nuevo libro de Manuel Vicent es un pequeña, delicada novela de un amante del cine empeñado en ser director y, antes de ello, conocer en persona a Ava Gardner que toda su corte de actores (desde Cooper a Sinatra, sin olvidar, por supuesto, al habitual Heminguay, y a todo tipo de toreros y gitanos recorre la noche madrileña de Chicote, Villa Rosa, Morocco, Lhardy...)
Como epígono de toda esa España glamurosa que culminaría en un asesino en serie extraído de la más rancias familias que frecuentaban el Pilar, José María Jarabo.

Frente a los destellos luminosos (incluso para los asesinos), el protagonista conocerá también otros mucho más reales y duros, cuando es confundido con otro en la Puerta del Sol y sometido a interrogatorios y torturas por la brigada política social.
Las dos caras de un régimen dictatorial que, sin embargo, buscaba lavar una y otra vez su fachada con las estrellas rutilantes del cine aunque esto provocara la recreación (una vez más) de España en el paraíso romántico de toros, bailaoras y guerreros que ya se había forjado en el siglo XIX


En Madrid no había ningún Sartre, pero estaba Ava Gardner, que salía siempre en el No-Do bajando del avión, sentada en la barrera de Las Ventas, entrando y saliendo del hotel Castellana Hilton, bebiendo en compañía de Luis Miguel Dominguín. Allí estaban Hemingway y Orson Welles, Lana Turner, muchos artistas de Hollywood que venían a España a rodar películas; allí estaban Samuel Bronston y Jean Negulesco y Frank Sinatra y Sophia Loren y Charlton Heston. En Madrid acababa de morir Tyrone Power mientras rodaba la película Salomón y la reina de Saba. La noche anterior había cenado con Luis Miguel Dominguín y con Aline Griffith, una americana que presumía de espía de la CIA y que solo capturó a un Romanones para convertirse en condesa de Quintanilla. Al rey Salomón le dio un infarto en escena, abrazado a Gina Lollobrigida, y murió en el taxi camino del hospital
(...)
Por el cabaret Morocco, Pasapoga, Casablanca, Villa Romana, el Corral de la Morería, Villa Rosa, Chicote, Balmoral, los estudios cinematográficos CEA y Sevilla Films, por las piscinas de los chalets de Florián Rey, de Benito Perojo y de Cesáreo González, lugares míticos que David veía en la revista Fotogramas, campaba un tipo moreno, millonario, que a la hora de pagar la consumición arrojaba un puñado de billetes a la cara de los camareros. Solía llevar a una rubia platino colgada de cada brazo, y usaba un sombrero tejano fabricado en exclusiva para él con hilo de arroz y pelos de castor y chinchilla. Este playboy se llamaba José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez-Morris,

PARA SABER DEL FRANQUISMO


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