viernes, 28 de mayo de 2010

FOTOS Y ENLACES PARA GEOGRAFÍA FÍSICA





Tomado de http://almez.pntic.mec.es

Husos horarios
Tomado de http://comandanterequena.files.wordpress.com

Equinoccios y solsticios
Tomado de http://miaom.files.wordpress.com


Relieve submarino
Tomado de http://laboratoriodesociales.wordpress.com/2007/09/24/imagenes-interesantes-de-la-ut1-la-tierra

Falla
Tomado de http://www.iescasasviejas.net/salus/SALUS%20DOCUMENTOS/2BHGEHU/vocabulariorelie.htm


Pliegue

Tomado de http://laboratoriodesociales.files.wordpress.com/2007/09/sin-titulo_5.gif


Cárcavas

Cañón (hoz) calizo

Glaciar


Lagos de alta montaña (antiguos glaciares ahora fundidos) El agua puede quedar en los antiguos circos (como el azul) o en lagos creados por las morrenas (el verde)
Tomado de http://geologiaucv.netfirms.com/Descargas/GeologiaMarina/Oleaje_files/image002.jpg

En este ENLACE tienes muchísimas entradas para ver todo lo que estamos viendo en clase

Aquí tienes un póster digital para estudiar con el ordenador.

Un montón de animaciones sobre la deriva continental

Una página muy interesante con explicaciones y actividades sobre la teoría de la deriva de los continentes,

sábado, 22 de mayo de 2010

PARA SABER MUCHO MÁS DE MITOLOGÍA GRIEGA


http://laopiniondelagranada.files.wordpress.com/2009/12/saturno_devorando_a_sus_hijos.jpg

Ahora que estáis liados con Rocío con el libro de mitología griega os recomiendo esta etiqueta de un buen blog que os puede ayudar a encontrar fotos y buscar más historias.
El blog se llama oculimundienclase

domingo, 16 de mayo de 2010

LA INQUISICIÓN MODERNA


Auto de Fe

Aunque existió una Inquisición medieval, la verdadera institución la crearon los Reyes Católicos para, una vez expulsados los judíos, conservar la pureza de la fe (en realidad, crear algo verdaderamente común en esta unión de reinos y leyes distintas, como hemos visto). El Santo Oficio se mantuvo durante toda la Edad Moderna hasta desaparecer definitivamente a principios del siglo XIX

 
"Fueron mis padres cristianos viejos, sin raza de moros ni judíos, ni penitenciados por el Sanrto Oficio" Alonso de Contreras. Discurso de mi Vida, 1630

Si queréis saber más de ella (autos de fe, torturas, funcionamiento..., acompañado de numerosas imágenes) podéis entrar en este artículo de Sdelbiombo que realizaron hace unos años un grupo de alumnos de 4º ESO del SIES La Poveda en CAMPO REAL En esta magnífica página también se pueden encontrar una muy buena recopilación de artículos sobre la Inquisición

martes, 11 de mayo de 2010

EL TREN DE LOS 40 DÍAS


http://www.andarines.com/madrid/vianegrin/VV%2040%20dias%20(proyecto-parcial).jpg

En la excursión del próximo martes veremos partes de uno de los restos que nos quedan de la Guerra Civil en la comarca.
Si queréis saber más de él y ver más fotos entrar en el artículo de Geobiombo

Resto de un depósito de agua para la vía férrea en Orusco.
Fotografía Alba Navarro (2º ESO D, SIES La Poveda en Campo Real)

La estación del tren de los 40 días junto a Pozuelo del Rey


Las traviesas del tren ahora reutilizadas en una casa de Orusco

Fotografía: Juan José López Ventura (3º ESo C, Sies la Poveda en Campo Real)

lunes, 10 de mayo de 2010

CINCO BALAS

Entraron sin siquiera llamar a la puerta. Simplemente, la echaron abajo, dieron un par de patadas a los muebles que encontraron en medio (los pocos que nos quedaban) mientras gritaban cosas incomprensibles. Llevaban ropa verde oscura, cascos del mismo color, en cuyos uniformes se encontraban escritas palabras llenas de zetas y jotas cuyo significado no alcancé a comprender y unas pesadas e imponentes metralletas en los brazos. Mi padre levantó las manos y les respondió, balbuceando torpemente en su extraño idioma. Ellos sonrieron de modo amenazador y le apuntaron con su arma en la cabeza, aumentando el volumen de la voz. Miré a mi hermano mayor, que había soltado de golpe el libro que estaba leyendo y comenzaba a levantarse con lentitud, sin apartar la mirada de la pistola que le apuntaba. Sin embargo, yo me detuve en los ojos azul eléctrico del soldado alemán que se había adelantado. Él agachó la cintura y colocó su nariz pegada a la mía. Yo le sostuve la mirada. No me daba miedo.

Apenas dos minutos más tarde, uno de los hombres me alzó con agresividad y sin ninguna muestra de esfuerzo, me lanzó al interior de un lúgubre y tenebroso camión. Allí, prácticamente a oscuras, sentí la presencia de otras personas a las que apenas conseguí distinguir entre la penumbra, por mucho que lo intenté, no conseguí alcanzar un número exacto de los que nos encontrábamos en aquel vehículo, sin embargo, ellos ni se molestaron en dirigirme la mirada. Se encontraban cabizbajos y expresaban gestos de tristeza y cansancio en sus sucios rostros. En la misma posición encontré a mi padre y a mi hermano que yacían en el fondo del furgón acurrucados envolviéndose cariñosamente con los brazos, abrazo al que me incluí.

- Todo va a salir bien –me susurraron ambos, quise creerles, aun sabiendo que ni siquiera ellos confiaban en las palabras que murmuraban.

Cuando desperté, estaba algo desorientado, pues todo seguía muy oscuro y no tenía la noción del tiempo que había permanecido dormido, sin embargo noté que nada había cambiado, todo seguía en su posición inicial. Yo tampoco pude moverme, pues mi hermano se encontraba apoyado en mi hombro. Era hora de hacerme preguntas que no había podido plantear antes, la primera y más importante era, ¿hacía donde me dirigía? Por más que pensaba, no podía imaginarme qué clase de viaje era ese. No eran unas vacaciones, pues en mi familia, un único y escueto sueldo (el de mi padre, sastre en un pueblo cercano a Varsovia) no llegaba para ese tipo de actividades, y, por otra parte, estábamos siendo tratados muy mal, así que, nada, descartado. ¿Tal vez nos mudábamos? No. Me habrían dejado recoger mis cosas, ese frío camión hubiera sido algo menos desagradable con la compañía de Hobbes, mi inseparable tigre de peluche. Además, toda esa gente no podía venirse a vivir con nosotros, no cabríamos en ninguna casa y, fuera de mi familia, no conocía a nadie de los presentes. Tampoco nos estaban llevando a la cárcel; al fin y al cabo, no habíamos hecho nada malo, ¿no?

Estaba acercando la cabeza al oído de mi padre para preguntárselo cuando el camión dio un frenazo brusco y las compuertas se abrieron. Tras ella, apareció un hombre de uniforme verde que, al igual que los que ya había visto antes, comenzó a gritar y a escupir con cada zeta que pronunciaba. Seguí sin entender lo que dijo, pero, acto seguido, todos mis compañeros de viaje comenzaron a levantarse en silencio. Yo me encontraba al fondo del camión y, gracias a ello, tuve más tiempo para observar la gran alambrada metálica que se levantaba unos metros por detrás de los soldados que nos esperaban en la puerta de aquel sombrío camión. Aunque nos encontrábamos en plena noche, aquella cantidad de focos me deslumbraron haciéndome perder la poca orientación que me quedaba. No tenía ni idea de donde nos encontrábamos. Por fin pude ver con nitidez aquellos apenados y abatidos rostros, al contrario que yo, ellos sabían lo que iba a pasar y sus caras me hacían ver que no era nada bueno. Cada pocos metros, se encontraba edificada una inmensa torre, en la cima de la cual vi desvanecidas sombras que me clavaban los ojos a medida que avanzaba por aquel corredor. Atravesando aquellas gigantes vallas, se podían ver enormes casas viejas de madera en un estado deplorable. Solo podían diferenciarse por un número blanco que se encontraba en la parte frontal de los barracones. Estaba mirando el número 23 fijamente cuando de él empezaron a salir miles y miles de personas, me era imposible contarlas, de este como de los otros refugios, eran todos iguales, rapadas y con trajes grisáceos, descoloridos y desgastados.

Llegó mi turno. Agarré la mano que mi padre me ofrecía pues me había quedado pasmado mirando la situación. Situándome el último de la fila, nos dirigíamos a aquellos barracones. Tenía las piernas hechas polvo de estar sentado tanto tiempo, no sabía con exactitud cuánto pero lo que si sabía era que me encontraba lejos de mi casa. Solo habíamos recorrido unos metros y las piernas empezaban a fallarme, utilizaba toda mi concentración en coordinar un pie con el otro, apenas había dormido y me encontraba muy cansado, en ese momento caí al suelo, aunque pocos me miraron, seguían cabizbajos sin dar señales de tener conciencia de mi presencia, pase mucha vergüenza mientras me limpiaba la arena de las manos arrodillado en el camino. Concentré todas mis fuerzas para levantarme en lo que una suela de zapatos me hizo poner la cara en el suelo mientras me oprimía la nuca. Intenté zafarme de aquella presión y cuando conseguí liberarme y darme la vuelta vi algo que recordaba, aquellos ojos azul eléctrico que nos habían sacado de mi casa a patadas se toparon con mi mirada de nuevo. No supe cómo reaccionar y, por alguna razón, mi lengua decidió no actuar, me quedé como un tonto, con la boca abierta. Mi padre se había parado a mi lado pero no hacía nada, estaba quieto pero las lágrimas que brotaban de sus ojos su mirada y su rostro no expresaban ira, sino impotencia y resignación. La sonora carcajada del soldado zanjó mis pensamientos y cubrió el sonido de mis gritos cuando me elevó por los aires agarrándome del pelo para ponerme de nuevo de pie.

Esta vez, obligué a mis piernas a avanzar, pero, por lo visto, la velocidad de mis pasos no era suficiente para ellos. El mismo pie que me había tirado al suelo me golpeó con dureza en la espalda. Me desplomé de nuevo, gimiendo, mientras aquel hombre se carcajeaba. No, desde luego, no eran unas vacaciones.

Esta vez no quise levantar la mirada del suelo, por miedo a encontrarme con la suya, desafiante y sádica. No pude ver por tanto como mi padre empujaba a aquel militar defendiéndome de sus agresiones. Solo pude oír los insultos que salían de la garganta del soldado. Mientas mi cara seguía hundida en la tierra, oí los gritos de mis compañeros y de las personas que había visto saliendo del barracón 23, ahora situadas en la valla, jadeando. Todos gritaban y alentaban la furia del militar. No debí levantar la cabeza del suelo, debí seguir mirando el charco de sangre que desprendía mi labio inferior, pero lo hice, me di la vuelta y vi los vidriosos ojos de mi padre mirándome mientas el soldado levantaba la mano a una de las torretas que asedió el pecho de mi padre. Cinco balas impactaron de lleno en el corazón de mi defensor, vi como exhalaba su último suspiro mientras caía de rodillas a mi lado. Acto seguido se desplomó, su cuerpo chocó contra la arena a tan sólo unos centímetros de mí. Su vitalidad fue desapareciendo en un río de sangre, que manaba de los profundos agujeros de su pecho. Sus ojos, grises y apagados, miraron directamente a los míos. Acerqué el oído a sus labios, llenos de sangre que susurraron las mismas palabras que había escuchado en el camión:

- Todo va a salir bien.


Diego Sánchez Salazar (4º ESO, SIES La Poveda en Campo Real).

miércoles, 5 de mayo de 2010

ALEJANDRO MAGNO Y SUS CONQUISTAS



Alejandro Magno en la batalla de Issos (con Bucéfalo)



Tomado de http://www.portalplanetasedna.com.ar/conquista_alejandro.htm

La famosa falange macedónica que le permitió sus rápidas conquistas.


Entrad aquí  para ir conociendo mucho más de sus campañas

En Sdelbiombo tienes un artículo sobre Alejandro Magno y el arte


Para saber más cosas de Alejandro Magno

Vicente Camarasa

lunes, 3 de mayo de 2010

MI NOMBRE ES SEXTIUS CAESO

Mi nombre es Sextius Caeso, soy general de mi legión formada por tres cohortes, treinta arqueros y cincuenta équites dispuestos en formación triangular en los flancos, todos ellos guerreros de sangre fría y de gran valentía. Estoy a punto de entrar en el fragor de la batalla. Para aquellos que no lo sepan, nos enfrentamos contra una avanzadilla de Arminio. Ya suenan los tambores de guerra y llueve, es una pena porque mi principal estrategia consistía en utilizar el fuego de las flechas en los bosques para ahuyentarlos. Debo cambiar de estrategia y obviamente, ya sé cual debo utilizar. Primero, manteniendo a los arqueros atacando de frente desde una posición retirada y defendidos por una de mis cohortes, mandaré a las otras dos cohortes a rodear a la avanzadilla mientras que mis équites cargan, a mi señal, por la retaguardia. Ya vienen pero tenemos ventaja, atacan como unos salvajes, son animales sin ningún tipo de formación ni orden, no resistirán nuestros équites. Empiezo a perder hombres pero ellos no tienen ya esperanza alguna, viene la caballería. No debo descuidarme, son torpes pero fuertes, aún así, las órdenes del caesar implicaban hacer prisioneros para la nueva actuación del anfiteatro, los leones tienen hambre.
Han pasado diecinueve días desde que escribí mi enfrentamiento contra Arminio y el mismísimo caesar me ha proporcionado asiento en las primeras gradas, hoy es un día de suerte. Estos espectáculos nunca le han ofrecido demasiado deleite a mi persona pero aguanto por mi dignidad y porque en cuanto acabe iré a una taberna con mis amigos y compañeros, incluso puede que me encuentre con algunos de mis legionarios. Aún así, se me hace la boca agua de tan sólo pensar en la cerveza pues me complace decir que no en vano soy un gran bebedor. Han pasado nueve días y creo que los ciudadanos empiezan a rumorear de mi fracaso contra Arminio. Me siento confuso, las órdenes eran detener la avanzadilla enemiga y hacer prisioneros en lo posible pero hay algo que no me gusta de todo esto, ¡Júpiter me escuche y esto no sean más que creencias mías! y rezo por todos los dioses, que esos rumores no lleguen a oídos del senado. Los dioses no me escucharon, el senado solicitó una audiencia conmigo y me culpó de fracaso pues la avanzadilla no eran más que una distracción y un ejército enorme, según nuestros espías, muy grande y feroz, se acerca a nuestras fronteras dirigidos por el mismísimo Arminio. Nada puedo decir en mi defensa y ante mis ojos veo como escriben la sentencia, y mis oídos la escuchan. He sido destinado a primera línea de combate y tengo por seguro que no sobreviviré.
Simplemente no soy capaz de creer que no voy a sobrevivir, y, sin embargo, lo sé, no va a latir mi corazón después de esta batalla. Lo he visto con mis propios ojos, nadie ve un nuevo día si es colocado en primera fila y ni siquiera mi habilidad en combate me salvará. No creo que los juegos me ayuden a superar tal desazón, pero sin embargo fui allí a entretenerme e intentar olvidar. Ya han pasado cuatro días desde que el senado marcó mi destino y hoy ha llegado a mi villa un esclavo anunciándome, para mi desazón, que dentro de dos días partiré a la guerra.
Este será quizás mi último escrito en este diario, mi diario. He estado melancólico estos días y no he articulado ni comido nada. Solo recuerdo las únicas palabras que le dije a mi mujer. Le dije que si no volvía escribiera en este diario “Sextius Caeso murió por servir a Roma y a su emperador”. Creo que ha llegado la hora de despedirse, aquí he dejado claro que yo, Sextius Caeso, sólo dejo por legado mis sentimientos y mi pensamiento hacia Roma.

Sextius Caeso murió por servir a Roma y a su emperador.

He aquí la historia de un valiente general, un general llamado Sextius Caeso, que frenó la avanzadilla de Arminio y participó en la gran batalla contra él. Más tarde se descubrió que la avanzadilla no era más que un grupo rebelde que se oponía a la espera y nada tenía que ver con el ataque frontal y directo de Arminio. Sextius Caeso fue colmado de honores y se lamentó su muerte. Se dedicaron juegos y fiestas en su memoria. Aquí termina el diario de Sextius Caeso, general de Roma.

Manuel Alcalde (2º ESO C, SIES La Poveda en Campo Real)

sábado, 1 de mayo de 2010

MI VIDA CON 14 AÑOS

Me llamo Julián y tengo 14 años. Nací el día 7 de Diciembre de 1922 y vivo en Campo Real con mis padres Félix y Josefa y mis cuatro hermanos pequeños, en una casa no muy grande de dos plantas situada en el centro del pueblo. Al entrar se ve un portal pequeño que se comunica a la derecha con la habitación y al fondo con la cocina. En la habitación, que se ilumina de día con una ventana pequeña que da al corral y con una lamparita que sólo se enciende de noche, sólo hay una cama más o menos grande en la que dormimos mis hermanos y yo.
Desde la habitación, a través de una cortina, se da paso a la alcoba; un cuarto más bien pequeño donde la cama ocupa todo el espacio, en la que duermen mis padres y mi hermano pequeño. En la cocina madre prepara la poca comida que tenemos; desde aquí se sale al corral donde hay tres gallinas que nos aportan huevos para el desayuno y las comidas. En la planta de arriba sólo se guarda trigo, paja y trastos viejos.
Mi casa no tiene retrete, estos no son muy comunes en las casas y tenemos que hacer las necesidades en el corral o en orinales, para luego echarlo en los basureros de las afueras del pueblo; pero sí tenemos agua para podernos asear; los mayores en una palangana y los pequeños en un barreño en la cocina, con el agua que mi madre calienta en un puchero en la lumbre.
La barbería de padre se comunica con nuestra casa, en la que yo ayudo barriendo los pelos que se caen al suelo después de que padre les haya afeitado o cortado el pelo. A ella vienen muchos militares del frente, por lo que madre tiene que tener mucho cuidado con los piojos y liendres que estos traen y para evitar que los tengamos nos cuece la ropa.
Por la noche, cuando tiene tiempo, madre nos hace la ropa y nos remienda la que se nos rompe, o nos enseña a leer y escribir. Yo nunca he podido ir a la escuela, pero gracias a madre he podido aprender muchas cosas.
El pueblo al ser la mayoría agrícola y al haber cinco o seis grandes casas; en una de ellas trabaja madre cosiendo vestidos y lavando la ropa en la fuente del pueblo o preparando la comida y sirviéndola; no hay nadie sin trabajo. También hay mucho pastoreo porque he llegado a contar diecisiete atajos de ovejas y uno de cabras vecinal, pero yo no me dedico a eso, mi trabajo no es muy satisfactorio pero necesito traer dinero a casa; auque es muy duro subir y bajar ladrillos y respirar el aire que sueltan estos al cocerse, yo no me quejo y más vale que haga bien mi trabajo o si no, no quiero ni pensar lo que nos pasará.
Aquí se habla mucho del Señor Ezequiel que, aunque no le conozco, sé que transporta viajeros con una tartana y un caballo a los pueblos de alrededor, sobre todo a Arganda, donde la gente compra en el mercado.
Al no haber una oficina de correos en Campo Real, el cartero lleva la correspondencia a Arganda, desde donde es mandada a su destino, y trae las cartas que llegan con destino a Campo Real y periódicos para repartirlos de casa en casa; de esta manera podemos estar informados de lo que pasa fuera del pueblo; y así gracias a los periódicos y a la radio, nos hemos enterado de que el 18 de Julio de 1936 se ha producido un alzamiento militar, dirigido por un tal Franco contra el Gobierno de la Segunda República, aunque yo no entiendo muy bien qué es eso la gente del pueblo se ha empezado a poner nerviosa y cambian de conversación cada vez que los chicos preguntamos.
El 12 de Noviembre de 1936 un señor llamado Carlos Rubiera ha dado un mitin en la plaza del pueblo en el que ha comunicado que la guerra había empezado, aunque ya no era nada nuevo pues ya lo habíamos escuchado en la radio y en los periódicos. Una semana después han empezado las revueltas, y algunas veces llegan militares, todo el mundo está preocupado por los que están luchando en la guerra; supongo que yo he tenido suerte pues a mí no me han mandado para combatir en el frente, pero a dos de mis amigos sí. Según dicen no me han mandado a luchar porque soy muy bajito. No entiendo contra quién luchamos, ni qué territorio queremos conquistar.
Desde la ventana de mi casa veo cada día cómo bajan los santos procedentes de la iglesia, para quemarlos en las afueras del pueblo o en la plaza. Han tirado las campanas de la iglesia y están siendo usadas por telegrafistas.
Suelo ir a las casas donde vienen militares a descansar en las que me cuentan historias que yo no llego a entender del todo. Ya aprovecho y me quedo a comer con ellos; así mis padres tienen una boca menos que alimentar; pero otras veces aunque yo me quiero quedar no puedo porque también escasea la comida.
Algunos días echan cine para los jóvenes en una explanada, al que voy con mis hermanos. Estábamos viendo una película y han lanzado una piedra desde la parte de arriba, parece ser que con dirección a un grado militar, con tan mala suerte que esa piedra ha golpeado a un chico del pueblo y le han hecho una brecha en la cabeza.
Los días que no hay cine vamos a jugar a casa del señor cura, Don Valentín, un señor mayor que en la época de higos nos pasa al patio y nos da higos de las grandes higueras que tiene allí. Esto fue hasta que un día, no sé muy bien por qué, ha tenido que esconderse en una casa del pueblo, en la que los dueños sólo le ocultan por el mero hecho de que creen que tiene dinero. Don Valentín sólo me ha contado a mí este secreto y me ha hecho prometerle que no se lo diría a nadie. Unos días después, al descubrirlo, le han echado de la casa que le ocultaba y en el Reventón le han fusilado; todavía no me creo como pueden hacer eso, ¿qué es lo que ha hecho Don Valentín para que le maten?
Las cosas están yendo a peor, tanto, que han puesto un campo de aviación para aviones de caza que llamamos “moscas” porque son aviones muy pequeños en los que sólo llevan dos ametralladoras; y en el campo han incorporado dos refugios bajo tierra.
La ermita del Cristo es usada como almacén de intendencia al que voy más de una vez a por pedazos de bacalao, chocolate y algunas latas de conserva.
En una casa del pueblo hay dos rusos; conductores de tanques, que se han hecho muy amigos de padre y en alguna ocasión nos dan alguna lata de carne. Los tanques los meten debajo de las olivas en hoyos de barro y he podido subirme en uno de estos con todos esos botones y luces, es demasiado complicado pero es una experiencia muy divertida.
La guerra sigue su curso y cada vez traen más muertos, o cartas informando de que han muerto. La comida falta y la gente está más preocupada que nunca. No sé cuanto va a durar todo esto, sólo me consuela pensar que cuando esto acabe el pueblo volverá a ser como antes, con menos gente, pero seguro que en paz.
Entre los días 6 y 28 de Febrero de 1937 las sirenas de la iglesia no han parado de sonar, madre y padre cogen a mis hermanos de la mano y todos salimos corriendo a los refugios, pasan muchos “moscas” por el cielo, vienen más militares, que traen tanques con ellos y se oyen explosiones a lo lejos. Los refugios no son muy cómodos pero padre dice que es donde más seguros estamos. Compartimos el espacio con otras familias del pueblo y los niños pequeños no pueden jugar. Nadie sabe qué es lo que pasa y cuando se le pregunta a los militares, no responden. Tienen la cara seria y parecen muy preocupados. El 12 de Febrero de 1937 nos hemos enterado, por la radio, de lo que esta pasando: en Arganda, cerca del río Jarama se está produciendo una fuerte batalla.
El 27 de abril de 1937 me he puesto muy enfermo con bronquitis. Madre está muy preocupada y solo se preocupa de mí, además mi hermana me pone paños mojados en la frente para que se me baje la fiebre y mis hermanos me cuentan historias que ellos mismos se inventan o me informan de lo que pasa en el pueblo. Mientras tanto padre busca medicinas donde no las hay, para curarme. Cada día estoy más débil, no puedo abrir los ojos ni puedo tragar saliva, y cada vez me cuesta más respirar; pero no tengo miedo pues se que voy a ir al cielo y allí ya no tengo nada que temer. Me da pena por mis padres; si yo no trabajo, ¿quién les va a ayudar?, sólo con el dinero que ellos ganan no es suficiente. Un mes después he conseguido recuperarme, todavía estoy débil pero ya puedo abrir los ojos y respirar; tal vez no ha llegado mi hora y hago más falta aquí que allí arriba.
Una vez recuperado, al pasar padre y yo por el cruce de San Sebastián hemos visto un puesto de guardias de asalto que, han echado el alto a un hombre y éste se ha dado a la fuga; lo que les ha obligado a disparar. El disparo le ha dado directamente en la cabeza y el vehículo se ha parado de inmediato. Le han enterrado en un basurero que hay en frente, en una era, pero supongo que al día siguiente le llevarán al cementerio…
Han traído a sus familiares tres chicos muertos y uno herido, por falta de experiencia al manipular una bomba que estalló; los familiares no hacen más que llorar y se puede ver su cara de sufrimiento al ver los cuerpos de sus hijos inmóviles en el suelo.
El 31 de Octubre de 1938 es un día horrible, de repente unos hombres vestidos con uniforme, un uniforme diferente, no como el de los militares que yo estaba acostumbrado a ver en el pueblo; han venido a mi casa y, de un golpe han abierto la puerta, han empujado a madre, que se ha caído al suelo, y mi hermano pequeño se ha puesto a llorar, luego han entrado en la barbería de padre, que estaba todavía cerrada, y se le han llevado a la cárcel de Alcalá de Henares. ¿Por qué? ¿Qué ha hecho mi padre? ¿De que le acusan? Él siempre se ha llevado bien con todo el mundo. Nadie nos ha dado una explicación. He intentado que madre me lo cuente pero cada vez que la pregunto empieza a llorar y cambia de tema, ¡creo que ella tampoco lo sabe!
Una o dos veces a la semana madre y yo vamos a ver a padre a la cárcel para llevarle ropa, comida y estar un rato con él. Estamos muy poco tiempo, porque a los veinte minutos o así nos echan. Yo le veo muy triste y débil, pero él se hace el fuerte cuando estamos delante y nos dice que está bien, pero tiene heridas por todo el cuerpo, tose y le cuesta hablar. Cuando regresamos a casa estoy agotado. El viaje andando hasta Alcalá de Henares es muy largo, pero merece la pena ir a ver a padre. Madre no me dice nada pero se la ve preocupada, pues no sabemos cuando van a soltarle.
El 1 de Abril de 1939 ha terminado la guerra y la gente está ya más calmada, pendiente de los que regresan, aunque algunos se llevan una decepción pues son muchos los que no van a volver.
El 4 de Abril de 1939 ha vuelto padre de la cárcel, nos hemos puesto todos muy contentos, aunque madre no ha dejado de llorar desde que le ha visto entrar, está muy desmejorado, muy flaco, parece mucho más viejo que cuando se marchó y apenas tiene cuarenta y nueve años. Está muy enfermo. Todos cuidamos de él y le contamos historias para ver si mejora. ¡Está tan débil! Unos días después padre muere, en su cama y rodeado de los suyos. Ahora soy yo el que tiene que sacar la familia adelante.

Marta Ibáñez (2º ESO SIES La poveda en Campo Real)
Ganadora del concurso de relatos históricos (categoría 2º EsO) celebrados en la semana cultural del Instituto (Curso 2009-2010)

CUANDO YO VIVÍ EN EGIPTO

Hoy hace un día brumoso y el cielo esta violáceo, las aguas por fin van retirándose y nos dejan toda su fertilidad, mi nombre es Maddi soy hijo de escriba, desde pequeño, estoy instruyéndome en el arte y las letras, he tenido suerte, y después de suplicarle a mi padre que me dejara venir a estudiar al río.

De repente se oyen gritos y voces, son la guardia del faraón buscando a alguien, yo desde mi refugio veo las idas y venidas de los guardias, gritan buscando a un tal príncipe Merira.

Tengo miedo. Los juncos y las palmeras me resguardan de los guardias, siento que alguien está detrás a mi lado, de repente me tapan la boca y me dicen: no hagas ruido,
Al darme la vuelta me encuentro conmigo mismo con mi vivo retrato, el extraño dice, no puede ser soy yo. Cuando las voces de los guardias se alejan, el desconocido se presenta como el príncipe Merira hijo del faraón y me dijo: ¿ y tu quien eres?
Yo le conteste que Maddi aprendiz de escriba.

Le ofrecí un poco de pan de dátiles y nos lo comimos mientras estábamos a la sombra de los grandes juncos. Después le pregunte por que se había escapado y me contó que se había escapado para saber como era la vida tras los muros del palacio por que necesitaba respirar aire fresco.
Merira decidió ir al templo de Hapsetsut, el templo de la faraona que había muerto hace poco, era un templo maravilloso y lo construyeron de forma que todo el pueblo lo pudiera admirar y rezar a los dioses (Ra e Isis).


Cuando me di la vuelta vi. Como un grupo de hombres subidos a unos andamios que empezaban a martillear las paredes, eran escultores reales, cuando me acerque un poco mas vi como empezaban a borrar el hombre de la reina de la estatua, y nos preguntamos quien sería capaz de hacer algo así, los escultores no estaban muy de acuerdo con el trabajo encomendado, pero aun así no tenían mas remedio que seguir quitando el nombre de la reina de cada parte del templo.

Había un hombre al cargo que supervisaba todo el trabajo, Merira me dijo que era su padre y que como estaba tan ocupado borrando cada parte que había mandado inscribir la faraona ya no le hacia caso y por eso se había escapado.


El padre de Merira como al igual que todos creían que se podía devolver a la vida a una persona si se encontraba dentro del templo una inscripción en las paredes o en una estatua.

El padre de Merira quería impedir a toda costa que la faraona volviera a la vida y entonces el príncipe le dijo a Maddi que tenían que detener a su padre.
Maddi sabia que había una inscripción en el techo del templo por que su padre la habia redactado el mismo la única que no había destrozado.
Cuando se hizo de noche volvieron al templo y leyeron esa inscripción y no paso nada
Se quedaron muy impresionados al ver que no había vuelto a la vida y cuando se fueron a dormir un rayo de luz cruzo el pueblo y los dos corriendo se dirigieron al templo lo mas rápido posible y vieron a una hermosa chica alta y muy guapa que vestía con ropas muy elegantes de faraona.
Se acercaron a ella y en efecto era ella y estaba asombrada de cómo habían destrozado una de las cosas que ella adoraba, cuando vio a dos pequeños niños de trece años dijo que quien eran y la contestaron que eran los que la habían devuelto a la vida y cuando amaneció se dirigieron los tres al palacio y cuando el faraón vio a la faraona que había vuelto a la vida no se lo creía.

Hapsetsut pidió tener de nuevo el trono que había perdido y cuando el faraón vio a su hijo ayudando a su mayor enemigo se quedo muy sorprendido, la faraona que había vuelto al trono desterró al faraón que destrozo su mayor construcción y volvió el reino justo al que estaban acostumbrados y los dos niños Maddi y Merira la ayudaron Merira se convirtió en el arquitecto real y Maddi en el escriba real.

Lucía Rodríguez (1º ESO D) SIES La Poveda en Campo Real