Fantástica novela que nos habla del Irán en el tránsito desde el Sah a los ayatolás a través de toda una saga familiar que habita en la casa de la Mezquita (uno de los principales protagonistas del relato)
Gracias a sus habitantes podemos ir viendo los suaves pero decisivos cambios que se producen en esta sociedad y que tendrán como fin trágico el terror ayatolá.
Y es que en el fondo, simplemente se trata de cómo se adapta una sociedad cuasi medieval (que basa sus relaciones de poder en la mezquita y el zoco artesanal) a los avances ideológicos y tecnológicos impuestos por el Sah, hombre de paja de EEUU, interesado en el petróleo de la zona.
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“¿Quiéres que veamos la televisión? (…) ¿Sabes lo que estás pidiendo? Desde la llegada de este aparato, les hemos advertido a los fieles desde el almimbar que no lo vean, que no escuchen a ese sah corrupto, que no miren a los americanos”
“El sah… La culpa la tenía el sah y los americanos. Su cultura entraba en las casas por las radios, la televisión, las películas. El régimen hacía cuanto podía por alejar a los jóvenes de las mezquitas y convertirlos en adeptos a las ideas del sah y sus secuaces. El monarca ha comenzado “una revolución blanca”. Había repartido un librito que recogía sus proyectos para la patria. Quería erradicar el analfabetismo y para ello había enviado a mujeres jóvenes a los pueblos, para que trabajasen de maestras. Se quitaban el velo, se ponían una gorra y escalaban las montañas como si fueran soldados para construir escuelas en las aldeas más recónditas”
“Sí, todo había cambiado (…) El sah estaba decidido a industrializar el país y para ello dio permiso a muchos inversores extranjeros para que montasen fábricas en Teherán y las demás ciudades importantes”
“estados Unidos recelaba de la Unión Soviética y no podía encontrar a un dirigente mejor para gobernar el país que el sah, que le compraba los últimos modelos de aviones y el armamento más sofisticado, e ingresaba gran parte de los beneficios del petróleo en sus bancos”
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El cambio se manifiesta tan brutal (pérdida del valor de la religión, cambio de costumbres, fuerte presencia de la cultura – y los negocios – norteamericanos, ruptura de las relaciones tradicionales y locales de poder ante las imposiciones de la capital, represión de lasa fuerzas del Sha…) que la población reacciona de diversos modos.
Unos se radicalizan en posturas izquierdistas antiyankis (apoyadas por la URSS en plena Guerra Fría), los más (la propia familia de la mezquita) intenta agarrarse a la religión (más o menos moderada) como una forma de salvaguardar las tradiciones, mientras un tercer sector (desde Qom) se apoya en el pensamiento más fundamentalista de los ayatolás.
Será este tercer grupo el que termine por controlar el poder. Un paso del miedo al cambio hasta el odio, y de ahí al terror de los tribunales de Alá. Un totalitarismo en toda regla que, en vez de la raza alemana o el espacio vital, utiliza la voluntad de Alá para controlar las mentes tanto por la propaganda como por el terror.
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“- Te nombro juez de Alá – le dijo Jomeini (…)
- América hará todo lo posible para acabar con nosotros, pero quiero eliminar todo lo que quede del régimen anterior. Elimina a todos los que se opongan a la revolución ¡Aunque sea tu padre, elimínalo! ¡Destruye todo lo que se oponga al Islam!”
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Todo este proceso contado de una forma cercana, a veces lírica, a veces dramática, por medio de unos personajes que van viviendo los acontecimientos, lo que da una viveza extraordinaria a una narración suave y sumamente amena en la que se dan cita, además, las tradiciones, las costumbres, el pasado persa…
Un perfecto complemento a esta lectura sería el ya famoso cómic de Persépolis.
Kader Abdolah, La casa de la Mezquita, 2008
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