lunes, 17 de junio de 2019

FEDERICO DE MONTEFELTRO. El condotiero renacentista

Federico de Montefeltro en la Pala Brera. Piero della Francesca

Montefeltro es, para mí, la representación máxima de lo que se llamaba los condotiere, que en nuestros días serían los señores de la guerra que luchaban unos contra otros de manera absolutamente codiciosa, pero que curiosamente en medio del tumulto dieron lugar a una de las brotaciones más prodigiosas del arte de todos los tiempos. Montefeltro es un tipo duro con un perfil sinuoso, un perfil difícil. (...). Por tanto ahí nos encontramos a un hombre que fue uno de los próceres del renacimiento, un gran mecenas, representado como si fuera un boxeador del cine negro, con la nariz rota y como saliendo de los bajos fondos. 
Rafael Argullol

Como siempre, Argulol tiene razón: Federico de Montefeltro fue (junto a Segismundo Malatesta pero con mejor fortuna) el modelo de condottiero italiano. Un hombre en donde se unió las mayores barbaries junto a la más exquisita educación y el gusto más refinado que hizo de Piero della Francesca su pintor de cámara.



Nacido en Gibbio, hijo ilegítimo de Guidantonio de Montefeltro, señor de Urbino, se educó en Venecia y Mantua, siendo su preceptor Vittorino Ramboldini.

Casi adolescente inició su carrera de condottiero en la banda de Niccolo Piccinino, aunque tras la muerte de su hermanastro (por una conjura en la que posiblemente participó desde la sombra) tomó el poder de la ciudad de Urbino, que convertirá en su corte (el propio Papa le concederá el ducado de la misma).

Si quieres conocer la historia de su curiosa nariz, entra aquí

A los largo de décadas vendió su alma (y su espada, y su enorme capacidad de organización) a los distintos poderes italianos: a los reyes napolitanos, los papas, los Sforza milaneses.

Federico de Montefeltro y su hijo y sucesor en el ducado, Guidovaldo
Pedro Berruguete
(Aquí explicamos su iconografía)

Entre sus enemigos más declarados se encontrarán los Medici, participando activamente en la organización de la conjura de los Pazzi que asesinó a Giuliano y a punto estuvo de matar también a Lorenzo; aunque su enemigo personal a lo largo de los años será el otro gran condottiero italiano, Segismundo Malatesta.
Escudo de los Montefeltro

Gracias a los cuantiosos ingresos que le suponía esta ocupación guerrera no sólo embelleció su ciudad sino que también consiguió para ella un nivel de vida muy superior a las de otras ciudades italianas (medicina y seguridad pública, bajísimos tributos e impuestos...) que le granjearon el cariño de sus súbditos a los que atendía personalmente en sus paseos por la ciudad (¡desarmado!), cercano y amable, igual que con su medio centenar de cortesanos con los que departía e cualquier momento, incluso en las comidas

Su mecenazgo artístico fue de primer orden, convirtiendo Urbino en una de las principales cortes culturales europeas, siendo él mismo un profundo humanista interesado por los más diversos saberes (literatura, medicina, poesía,  artes bélicas y sobre todo arquitectura, que consideraba la más sublime de las artes)
En ella trabajó Ucello, Melozzo da Forli, Justo de Gante, Pedro Berruguete, Giovanni Santi (padre de Rafael) y, especialmente, Piero della Francesca, que se convirtió en uno de sus pintores aúlicos.
Entre los arquitectos que construyeron su rocca palacio hay que destacar a  León Battista Alberti, Luciano Laurana y Francesco di Giorgio.

También se dieron cita en ella matemáticos (Lucca Pacioli), músicos (Ottaviano Petrucci), intelectuales (Baltasar de Castiglione)
Su biblioteca fue inmensa, pues el condottiero fue bibliófilo desde joven, poniendo a su cargo al humanista Vespasiano da Bistici, con numerosísimas obras de medicina.


El santa santorum de su palacio será su famoso studiolo, con marqueterías de madera y 28 retratos de hombres ilustres (poetas y filósofos, políticos y hombres de Estado)
Mausoleo de los duques. San Bernardino




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