Estéticamente el dibujante juega con un estilo muy personal que tiene que ver mucho más con la pintura que con el dibujo, dándole una importancia espectacular tanto al color como a las texturas de los trazos.
Precisamente estas maneras nos permiten diferenciar entre sueño y realidad, teniendo un papel decisivo a la hora de poder entrar en las alucinaciones del protagonista.
Y es que el argumento, tomado del escritor El Bisatie, ya en sí mismo es fantástico. Un gris funcionario creará una ciudad imaginaria para cargar gastos de su policía y así cometer corrupción.
La idea (casi de cine de negro) poco a poco irá derivando a otra mucho más sugerente. Para poder establecer todas las misiones de la policía, el protagonista construye en su casa una maqueta en barro de la ciudad. Algo tan prolijo y obsesionante que terminará por tener vida propia en las narraciones policiales que...
Ya no puedo decir nada más. Como decían en el antiquísimo 1, 2 , 3 ... Hasta aquí puedo leer. Pero resulta un alucinado mecanismo de relojería que habla de temas tan actuales como la violencia o la corrupción.
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