lunes, 12 de marzo de 2012

LOS PROGROMS ANTIJUDÍOS DEL SIGLO XIV


Una de las consecuencias más evidentes de la crisis del siglo XIV será las revueltas antijudías (progroms) que se extendieron por toda la Península
Sus causas son varias.
Como ya hemos visto algunos grupos judíos ya eran odiados desde hacía siglos por la posesión de la riqueza que le daba su carácter industrioso y la concesión de créditos con usura (alto interés). Tampoco ayudaba mucho la endogamia judía (su escaso interés por relacionarse con los cristianos).

Un judío prestamista

Si a esto añadís la conmoción que provocó la epidemia de peste negra, el hambre y los conflictos sociales y políticos, tendréis el perfecto caldo de cultivo para que predicadores radicales azuzaran los ánimos (como el valenciano San Vicente Ferrer, cuyo lema era bastante explícito: bautismo o muerte).
San Vicente Ferrer
Tomado de wikipedia

Los asaltos a las juderías (pese a la protección real) fueron brutales e numerosas ciudades (Sevilla, Córdoba, Valencia, Toledo, Barcelona...), y se extendieron por media Europa

Fijaros en la brutalidad de los mismos en este texto
...en Toledo fue secundado el hervor nacional y numerosos hebreos cayeron en la fosa, bien pasados por la hoguera, bien pasados por las armas blancas, ora despeñados, ora arrojados a las cisternas. Un considerable número de adeptos a la ley mosaica, sufrieron torturas tremendas, siendo degollados, hacinados, estrujados, deshechos en las mismas muelas, o piedras de sus molinos, enrojeciendo con sangre las aguas del Tajo por mucho tiempo.
Tomado de wikipedia

O este texto, de lo sucedido en Sevilla, en el Barrio de Santa Cruz, antigua Judería

En la primavera del año 1391, un clérigo andaluz de nombre Ferrant Martínez que ocupaba el cargo de Arcediano de Écija comenzó a recorrer las calles de la ciudad portando entre sus manos una enorme cruz y a gritos destemplados arengaba y exhortaba a los sevillanos induciéndoles al odio hacia los judíos, que eran "los que mataron a Dios y se beben nuestra sangre".
Ocurrió entonces que los desaforos de este desatinado cura Martínez, lleno de odio racial, comenzaron a echar raíces entre los pobladores de las otras creencias. Las continuas predicaciones del clérigo fueron mucho más allá de lo que la prudencia y buen juicio aconsejaban y terminaron por soliviantar los ánimos populares en contra  de los judíos.
Exacerbó al populacho -compuesto por moros y cristianos de bajo nivel cultural y económico- y les llevó hasta tal punto que el pueblo, formando una excitada turba, entró violentamente al barrio judío y comenzó a saquear las tiendas y a apalear sin contemplaciones a cuantos encontraron a su paso. La asonada fue de tales proporciones, que el Alguacil mayor no pudo hacer nada frente al hecho con sus escasos hombres y tuvo que pedir ayuda a los nobles de Sevilla, algunos de los cuales se prestaron a la defensa del orden, trayendo consigo lacayos armados, escuderos y otros hombres de armas, con quienes se pudo restablecer la calma.

Este hecho no hizo más que envalentonar a los enfurecidos seguidores del cura Martínez, que cada día multiplicaba sus enardecidas arengas contra los hebreos. Finalmente, sintiéndose lleno de poder, el Arcediano, entró al frente de una horda enloquecida y sedienta de sangre en la judería el día 6 de junio de 1391, aullando enfurecidos :”Muerte a los infames Judíos...!" Y esta vez portaban dagas, cuchillos, mandobles y todo tipo de utensilios que les sirvieran como arma para realizar su propósito.
El barrio judío tenia entonces dos puertas: Por ambas puertas a la vez se precipitaron los sevillanos enardecidos impidiendo así cualquier posibilidad de fuga de los atacados. Los desesperados e indefensos hebreos, hombres, mujeres y niños, fueron pasados a degüello sin piedad ni contemplación. Fueron asesinados en las calles, en las casas e inclusive en el interior de las sinagogas en las que los fieles murieron sangrando sobre la santidad de sus libros. El pogrom duro un día entero sin interrupción y los cadáveres sumaron más de cuatro mil. Los pocos sobrevivientes huyeron en cuanto les fue posible de Sevilla.
Moshe Vainroj


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