Tomado de delaruecaalapluma.wordpress.com
Numerosos fueron los enfrentamientos entre el Conde duque y Quevedo (que llevaron a la cárcel al segundo, como ya vimos aquí).
Hubo uno, sin embargo, que a nosotros nos puede parecer un tanto absurdos hoy, pero que en el Siglo de Oro tuvo especial importancia: el patronazgo de España
Todavía en tiempos de Felipe III (gran devoto de ella, como su padre), y aún solo siendo beata la futura santa, se intentó convertir a la santa en patrona de las Españas en detrimento de Santiago.
Tras su santificación, el asunto volvió a aparecer, convirtiéndola (aunque temporalmente) en copatrona.
Este hecho dividió en dos a la sociedad española, pues en realidad, respondía a dos modelos de sentir y entender España.
Quevedo se postuló rápidamente como defensor de Santiago, pues no en vano era caballero de Santiago y profundo misógino, redactando un memorial para ser enviado a Roma
“Los reyes, señor, armaban caballeros en España; mas a los reyes Santiago los armaba caballeros: de su altar tomaban las armas y la espada, y el bulto del Santo Apóstol les daba la pescozada en el carrillo… Pues, ¿cómo pretenderán los padres de la Reforma que Santiago os dé armas a vos y que las volváis contra él; que de su altar toméis la espada y que le quitéis vos la que él (tiene) en su mano para dársela a Santa Teresa, a quien sus mismos hijos han hecho estampar con una rueca? La pescozada, señor, antiguamente Santiago la daba a los reyes; hoy quieren los procuradores de corte que los reyes se la den a Santiago en la cara. A vos os lo proporcionen… Ni los frailes lo pueden negar, ni los procuradores lo deben proseguir; ni vos, señor, lo debéis mantener.”
Frente a él se encontraba el Conde duque que intentaba cambiar el destino de las Españas, abandonando la guerra santa contra el Islam (que en aquel momento ya no tenía demasiado sentido tras el fin de la Reconquista, Lepanto y las actuaciones de la Inquisición) en favor de una reformista docta que buscaba un cambio de mentalidades, huyendo de la opulencia, desatendiendo la limpieza de sangre, buscando a Dios en los pucheros (y no solamente en el poder omnímodo de la Iglesia y sus jerarquías)...
En 1627, el papa Gregorio XV la consideró como patrona, aunque poco duraría, pues unos pocos años después, el mismo papa en un Breve, lo eliminaría.
Pero la historia no acaba aquí, y en 1812, en las famosas Cortes de Cádiz, se volvía al copatronazgo (de nuevo las dos Españas)
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