martes, 17 de octubre de 2017

IBN HAFSUN, EL REBELDE DE AL ANDALUS


En medio de un sobrecogedor paisaje de pinares y conglomerados del norte de Málaga, fuera de cualquier ruta habitual, aún resiste al tiempo los restos de una basílica mozárabe 

Son la prueba palpable de casi cuarenta años de rebeldía de un  líder que se atrevió a oponerse a los emires de Córdoba, Ibn Hafsun.
Su historia, tan novelesca, es la perfecta representación de la larga crisis política que sufrió el emirato a finales del siglo IX, y que solo una personalidad tan arrolladora como la de Abderramán III conseguiría superar.

Esta crisis es la combinación de emires débiles (Muhamad I, Al Mundir y Abd Allah), la presión ejercida por los reinos cristianos del norte (Ordoño I, Alfonso III), la aparición de nuevos poderes en el norte de África (primero los aglabíes y más tarde los Famitíes), las revueltas de familias poderosas en la periferia de al Andalus (los Banu Qasi en Zaragoza, Ibn Marwan en Badajoz), la presión contra los mozárabes comenzada por Abderramán II o la escasa valoración de los muladíes, siempre ajenos a los puestos de poder dentro de la corte.

En este panorama, Hafsun, hijo de visigodos (¿acaso nobles?) convertidos recientemente al Islam (muladí) tuvo que huir de su pueblo natal cercano a Ronda por un posible asesinato de un ladrón de ganado.
Anduvo entonces en lo que sería su futura zona de Bobastro, y finalmente huyó al Magreb.

De allí regresó para crear un pequeño ejército de muladíes, mozárabes y bereberes descontentos con el poder califal y su corte de sirios y yemeníes.
Se estableció en Bobastro y luchó contra el poder de Córdoba, aunque derrotado por Muhamad I, ingresó brevemente en su ejército.




Murallas de Bobastro

Sin conseguir ningún ascenso pese a su genio militar, volvió a crear una guerrilla que llegó a dominar una parte importante de Andalucía Oriental.


Archidona, uno de los grandes enclaves rebeldes


Comares (Axarquía) Otro núcleo fortificado del caudillo

Ni Mutamir ni su hermano Abdalá consiguieron derrotarle y sólo tras su muerte, el ya califa Abderramán III consiguió acabar con los rebeldes encabezados por su hijo (desenterrando su cuerpo para crucificar sus restos en una puerta de Córdoba).
Durante todo este periodo, Hafsun intentó alianza con otros rebeldes (como los Beni Qasi de Zaragoza o los rebeldes de Badajoz) y con imperios del norte de África (Aglabíes y más tarde Fatimíes), convirtiéndose incluso al cristianismo para ganarse el apoyo de Alfonso III.
Ninguna de estas alianzas llegó a cuajar, y poco a poco sus territorios fueron contrayéndose hasta la zona original de Bobastro




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