Los dos Mañara. El poderoso y tal vez pendenciero (como
afirma su leyenda) representado por su espada, y el Mañara, protector de los
pobres y campeón de la humildad y el servicio a los demás en su retrato como
hermano mayor de la Hermandad de la Caridad
.
Pocas personas resumen tan bien nuestro Siglo de Oro y todas
sus contradicciones como Miguel de Mañara, sevillano ilustre que muy pronto
inspiró el mito de Don Juan a través de la obra de Tirso de Molina El Convidado
de Piedra (una de las fuentes que servirían a Zorilla para escribir su Don Juan
Tenorio)
Sin embargo, y fuera del mito, Miguel de Mañara fue real, y
quienes visiten Sevilla se lo encontrarán en cada rincón de una de las joyas de
la ciudad: el Hospital de la Caridad.
De origen elevado, fue educado como un verdadero caballero y
desde muy joven comenzó a ocupar altos cargos en la capital hispalense (junta
de gobierno de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, provincial de la
Santa Hermandad, uno de los alcaldes mayores de Sevilla, diputado de la defensa
de la tierra de Sevilla, de la Casa de la Moneda, de la visita de boticas, de
las llaves del Archivo y del agua, de la Cárcel Real y de la Casa de Inocentes;
diputado de los gremios de chapineros, guarnicioneros, roperos, olleros y
peineros; miembro en las juntas del Consulado, caballero veinticuatro de
Sevilla,…)
Palacio de los Mañara, en la antigua judería de Sevilla. La
imagen del Mañara poderoso y elitista
Sin embargo, esta larga lista de honores pronto quedará
truncada por una crisis personal. Tras la muerte de su mujer, se retirará a un “desierto”
carmelita durante unos meses.
A su regreso a Sevilla todo en él habrá cambiado. Su vida de
señor que podemos suponer llena de honores, contactos, riquezas y placeres, se
pierde por completo para ingresar en la Hermandad de la Caridad en donde la humildad,
la ayuda al prójimo y la caridad sin reconocimientos serán sus bases de
comportamiento
Esta institución se dedicaba a la poca glamurosa tarea de
recoger los cadáveres abandonados de las calles y de enterrar a aquellos que
disponían de medios, viviendo de las limosnas de sus hermanos y colaboradores.
El cambio fue de tal envergadura que de simple hermano
terminó por convertirse en verdadero director de la Hermandad que fomentó hasta extremos extraordinarios. Amplió
su actividad a la ayuda de todo tipo de pobreza, aumentando las limosnas con la entrada masiva de las
clases privilegiadas como hermanos.
No contento con ello, Mañara comenzó la reforma de la Regla
y creó lo que es hoy el Hospital de la Caridad sobre parte de las
antiguas atarazanas islámico-cristianas.
Junto a todo ello, la actividad de Mañara será muy
importante en el terreno literario (con un Discurso sobre la verdad basado en los ejercicios espirituales de San Ignacio) y, derivado de él, también artístico, siendo
uno de los mecenas más importantes de la Sevilla dorada, como analizamos aquí.
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