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En la misma línea de San Carlo Borromeo, San Juan de Ribera tuvo sumo interés en las artes (especialmente pintura y música). Se convirtió así en uno de los principales mecenas contrarreformistas encargando obra a Bartolomé Matarana (que hizo el ciclo de frescos de la iglesia) Luis de Morales, Sariñena, Ribalta o un jovencísimo Ribera.
También fue un gran coleccionista de pintura: Morales, Baglione, Bouts, Mabuse, El Greco, Stradanus, Fiammingo, Zuccaro, Pulzone, Ribalta, Zuccaro y la réplica romana de la Crucifixión de San Pedro del Caravaggio...
Como San Carlo, San Juan de Ribera tuvo un fuerte interés por el decoro de las artes.
También siguió a Borromeo en el campo del mecenazgo musical, y si éste encargó a Palestrina misas con el nuevo espíritu trentino, San Juan (él mismo ejecutante del laúd y la viola da gamba) lo hará con Juan
Bautista Comes, que compuso numerosas partituras para el
coro colegial: villancicos polifónicos, Passio para
los oficios de la Semana Santa, y Letanías del
santísimo sacramento.
Él mismo ejecutante del laúd y la viola da gamba
Un villancico
Retrato de Morales.
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En estas andanzas que estamos haciendo por la Contrarreforma, nos topamos hoy con San Juan de Ribera, llamado habitualmente el Patriarca
Nacido en Sevilla y educado en la Universidad de Alcalá de Henares, fue nombrado obispo de Badajoz, arzobispo de Valencia, patriarca de Antioquía y, finalmente virrey de Valencia.
El Patriarca Ribera en la Casa de Pilatos de Sevilla, recuerdo de su familia, los Afán de Ribera
Esta carrera meteórica se tiene que comprender con la clara implicación con el mundo contrarreformista, que hizo de San Juan azote de herejes pero también un reformador de la iglesia católica que, a la manera de San Carlo Borromeo, intentó limpiar y elevar intelectualmente, mientras insistía en la importancia del decoro en las imágenes
Y es que mucho une a ambos santos
Juan de Ribera compartía
ante todo ideas y principios con el máximo promotor de
la reforma de la imaginería sagrada: el arzobispo milanés Carlos
Borromeo, cuya santidad se caracterizó por su ascetismo, devoción
y penitencia, pero que era persona también de refinada educación
y exquisita sensibilidad. (...). Juan de Ribera compartía con él incluso algunos
rasgos biográficos como: una singular y sincera piedad, similares
orígenes aristocráticos, amplio conocimiento de las artes, e inclinación
por la cultura. En definitiva, tenían una concepción muy
parecida sobre la Iglesia y su posible y necesaria reforma. Finalmente,
parece ser que fue el propio Carlos Borromeo quien buscó
la mistad de Ribera y le animó vehementemente a llevar adelante
la reforma conciliar en su archidiócesis.
En esta inclinación trentina de mejorar la Iglesia Católica, y además de una infatigable labor de inspección en su diócesis (nada menos que siete sínodos con los párrocos), su gran obra será la creación del Colegio Seminario del Corpus Christi (tradicionalmente conocido como el Patriarca).
Patio central del Colegio del Patriarca
El fundador, el arzobispo Juan de Ribera, intentaba formar una élite de sacerdotes, «sabios y virtuosos», que tenían que extender e implantar las reformas derivadas del Concilio de Trento. Para ello, a cambio de su beca y excelentes condiciones, a los colegiales se les exigía grandes esfuerzos, porque tenían que sobresalir en sus estudios, y además del latín se comprometían a aprender hebreo y griego para acceder directamente a los textos de la Sagrada Escritura; y además practicar las virtudes y mantener una vida irreprochable. Todo se desarrollaba en un ambiente de piedad religiosa, devoción, fe…, pero cuidando también la preparación intelectual y el hábito de estudio, como correspondía a la personalidad del fundador, un buen humanista, gran estudioso y amante de los libros
El fundador, el arzobispo Juan de Ribera, intentaba formar una élite de sacerdotes, «sabios y virtuosos», que tenían que extender e implantar las reformas derivadas del Concilio de Trento. Para ello, a cambio de su beca y excelentes condiciones, a los colegiales se les exigía grandes esfuerzos, porque tenían que sobresalir en sus estudios, y además del latín se comprometían a aprender hebreo y griego para acceder directamente a los textos de la Sagrada Escritura; y además practicar las virtudes y mantener una vida irreprochable. Todo se desarrollaba en un ambiente de piedad religiosa, devoción, fe…, pero cuidando también la preparación intelectual y el hábito de estudio, como correspondía a la personalidad del fundador, un buen humanista, gran estudioso y amante de los libros
Iglesia del Corpus
En la misma línea de San Carlo Borromeo, San Juan de Ribera tuvo sumo interés en las artes (especialmente pintura y música). Se convirtió así en uno de los principales mecenas contrarreformistas encargando obra a Bartolomé Matarana (que hizo el ciclo de frescos de la iglesia) Luis de Morales, Sariñena, Ribalta o un jovencísimo Ribera.
El Patriarca por Sariñena, con una contrarreformista vindicación de la Eucaristía
También fue un gran coleccionista de pintura: Morales, Baglione, Bouts, Mabuse, El Greco, Stradanus, Fiammingo, Zuccaro, Pulzone, Ribalta, Zuccaro y la réplica romana de la Crucifixión de San Pedro del Caravaggio...
Como San Carlo, San Juan de Ribera tuvo un fuerte interés por el decoro de las artes.
Un decoro que el pensamiento reformador de ambos prelados encontraba en el respeto a la verdad histórico escriturística, y expresado en un consciente realismo que huyera de toda idealización manierista, entendida como indecorosa desde una perspectiva cercana al carácter humano y popular, realmente doméstico, del contexto evangélico original.
Se ponía así las bases para la superación del tardomanierismo dulzón de Juan de Juanes y la apuesta decidida por el realismo (cada vez más caravaggiesco) de Ribalta
Él mismo ejecutante del laúd y la viola da gamba
Un villancico
Gloria
Típico de la contrarreforma (y como ya vimos aquí) hay en el Patriarca una obsesión por la Eucaristía negada por los reformistas. La advocación del colegio, con una espléndida tela de la Última Cena de Ribalta (que girada sobre su eje dejaba a la vista la Custodia) o sus Letanías al santísimo sacramento ya nos lo demuestra.
De la misma manera trajo a Valencia la costumbre sevillana de los seises, jóvenes que bailaban junto a la custodia en la procesión del Corpus, encargándole a Comes algunas composiciones musicales
Pero en la vida del Patriarca no fue todo puro arte y contrarreforma.
Como buen erudito de su tiempo creó su verdadero gabinete de maravillas manieristas, con especial interés por el mundo de la zoología (queda aún en el museo un caimán disecado, llamado el Dragón) y los libros (más de 2500 volúmenes, con una excepcional colección de biblias escritas en griego, en arameo,
en latín, en hebreo, y las diversas traducciones latinas), creando un verdadero jardín botánico de plantas medicinales y raras y animales selváticos en las propiedades que adquirió en Burjasot
Gran estudio y excelente orador, su punto más controvertido es la expulsión de los moriscos que realizó desde su posición de Virrey (hemos hablado mucho más ampliamente del tema aquí)
Sepulcro del Patriarca
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