La batalla comenzó la mañana del 21 de febrero con el bombardeo sincronizado de mil cuatrocientos cañones alemanes que, durante diez horas, dispararon más de un millón de proyectiles de todo tipo, incluido gases venenosos. El ataque artillero, de desconocidas proporciones, pudo oírse en un radio de cien kilómetros. Si el infierno realmente existía aquello ea lo más parecido, había escrito Blasco Ibáñez. Pero los ejércitos del Kaiser, sólo consiguieron avanzar unos pocos kilómetros. Las posiciones quedaron fijadas y la batalla se prolongó durante meses, provocando una nueva carnicería de dimensiones dantescas
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