Lucas llevaba ya años diciéndomelo pero siempre había otro libro que se le adelantaba y me impedía leerlo.
Acaso es que el propio
libro esperaba el momento perfecto para ser leído, justo tras los resultados catastróficos
de la izquierdas en las elecciones municipales y autonómicas de mayo.
Lo empecé a leer esa
misma noche, buscando algo de silencio ante unas televisiones y radios que no
hacían más que anunciar nuevos territorios azules en el mapa y no pude dejar de
leerlo hasta terminar de leerlo este viernes pasado (menos mal que no había
ensayos ni conciertos en toda la semana, pues habría ido a ellos con muy pocas
horas dormidas).
Desde el primer momento
libro de atrapó, enseñándome (o recordándome) muchas cosas.
El autor comienza a explicarnos el origen del neoliberalismo en esos felices 80 en donde Thatcher y luego Reagan reinventaron toda una regresión sobre el estado del bienestar nacido de la Gran Depresión y la Guerra Fría, comenzando a desmantelar el papel del estado como corrector de los desmanes del capitalismo. (Es alucinante leer los discursos de Thatcher y compararlos con los de la derecha actual, coincidiendo punto por punto)
El neoliberalismo creció
con la caída del muro y colonizó la sociedad, convirtiendo la política en un nuevo objeto de
consumo y, en relación con esto, eliminando la noción de clase obrera por la
aspiración generaliza de pertenecer a la clase media. Más un deseo que una
realidad pero que presiona de forma intensa en el voto de todas estas personas,
tradicionalmente de izquierdas. (Al fin comprendí cómo podía suceder que
Vallecas o Carabanchel votarán a PP de forma absoluta; cada vez votamos más lo
que querríamos ser; nuestro voto es como un cche que nos compramos por encima
de nuestras posibilidades pero que nos genera, desde lo personal a lo
social, un status)
Paralelo a este proceso,
la posmodernidad (su relativismo, individualismo, pensamiento débil, corrección
política…) tomó las dinámicas culturales nacidas a finales de los 60 e hizo
aparecer las identidades (sexuales, animalistas, anticoloniales, feministas,
homosexuales, raciales…).
A partir de entonces la
izquierda se escinde entre la tradicional de clase (preocupada por las
condiciones económicas y sociales de los sectores menos favorecidos) y otra,
disgregadora, ocupada en las identidades (que el autor nunca niega pero
critica) que operan en lo cultural y simbólico.
Esta última, ante la
imposibilidad de verdaderas medidas que aseguren la mejora de los individuos
apuesta (en la mayoría de las veces) por medidas simbólicas, neolenguajes,
técnicas de representación, acciones puramente realizadas para los medios de
comunicación … que tienen un proceso inflacionario muy acelerado, copando la
atención mediática y política.
Se crea así una política
atomizada hecha para múltiples minorías que en muchos casos son simplemente
happenings (muy interesante su comparación entre la antigua militancia política
y el actual activismo posmoderno) y reacciones que en vez de debate terminan generando odios y cancelaciones.
Con todo ello se rompe la
unidad de la izquierda (permitiendo la expansión entre sus grietas del neoliberalismo, incluso en nuestra forma de pensar progresista, convirtiendo la
tradicional solidaridad en competencia por el espacio mediático) y, además, se da
combustible para alimentar a la ultraderecha que no ha parado de crecer. Su
capacidad de utilizar en las redes y los discursos las contradicciones de estas
identidades (muchas veces llevándolas al esperpento o jugando con ellas
demagógicamente) les permiten llegar a un público que en muchas ocasiones se
siente amenazado por todos los ataques que sufre la tradición (social,
económica, cultural…). Soy hombre, blanco, heterosexual, europeo, cis… ¡Eres el
enemigo!
El análisis es demoledor
(no tanto sus soluciones, que no pasan más allá del puro buenismo) y es perfecto para tomar
conciencia de muchos de los movimientos de los distintos partidos,
precisamente ahora que tenemos nuevas elecciones a la vista en las que se
enfrentarán ultraderechas, neoliberalistas o partidos de fuerte carga
identitaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar en este blog. Tus sugerencias serán siempre bienvenidas.
No olvides que si publicas un comentario estás aceptando algunas normas.
Por favor, sé respetuoso en tus palabras. Por supuesto puedes estar en desacuerdo con lo dicho en este blog, y también criticarlo, pero guardando las normas básicas de educación.
No se admite spam y contenidos publicitarios (serán eliminados)
Por el hecho de comentar aceptas nuestra política de privacidad (ver en apartado política de privacidad y aviso legal) y dando consentimiento explícito a que figuren aquí los datos con los que firmes o te registres (recuerda que puedes hacerlo con tu perfil blogger, nombre y URL o en modo anónimo; no es necesario email)
Si no quieres dar consentimiento, no comentes. Si tienes dudas, visita la política de privacidad.
Responsable de los datos: Vicente Camarasa (contacto correo en la parte superior derecha del blog).
Finalidad: moderar los comentarios.
Legitimación: consentimiento del usuario
Destinatarios: el sistema de comentarios de Blogger.
Derechos del usuario: acceder, rectificar, limitar y suprimir datos (si los hubiera)