Leo ahora, cuatro años después del origen de la pandemia este libro escrito en pleno ojo del huracán, con el autor confinado, y descubro muchos de los miedos que entonces nos paralizaron (pero que no llegaron a materializarse) y otras consecuencias que nunca imaginamos mientras hacíamos gimnasia en nuestro salón (pero que han cambiado nuestras percepciones, hábitos y sistemas económicos y sociales)
Leo y observo que la pandemia ni nos hizo salir mejores ni nos sirvió para cambiar ciertas cuestiones políticas o económicas por otra más lógicas (piénsese en el turismo de masas)
Ni nos arruinó para siempre ni nos permitió repensar el sistema, solo nos hizo más veloces en la forma de consumir, más ansiosos en nuestros movimientos, acaso más radicales en nuestras opiniones
El libro tiene esa virtud. Retrotraernos a esos tiempos y vernos en un espejo para entender que el estado de apoyo total ha vuelto a desaparecer, igual que los aplausos a los sanitarios se han convertido tan pronto en los ataques virulento de los gobiernos más conservadores a la sanidad pública.
Qué bien estaban los EREs y qué pronto lo han olvidado los empresarios que no quieren pagar impuestos marchándose del país o amenazando con las penas del infierno de la Gran Recesión si se suben los salarios mínimos o las cotizaciones sociales.
El autor nos habla de los miedos que tuvimos ante un futuro tan distópico que no acertaron a ver que lo que realmente se estaba rompiendo era el sistema globalizado con eje industrial en una China hipercapitalista y dictatorial.
Tampoco vieron a Rusia y la guerra de Ucrania, y nos olvidamos de pronto del Calentamiento Global pues estábamos metidos en nuestras casas sin saber el final de la historia (qué fácil es verlo ahora y reírnos de los augures que amenazaban con los triajes o las crisis sin cuento).
Todo esta fui pensando mientras encontraba en sus páginas miedos infundados pero (también) verdades sin fisuras, como la importancia del Estado como un protector de los más débiles, la solidaridad entre países, las quiebras del capitalismo globalizado...
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