Todos los años, a final de curso, me gusta invitar a algún alumno a que publique un artículo de opinión en este blog.
Una pequeña forma de reconocimiento para aquellos alumnos que van más allá de la pura nota y se han distinguido por sus inquietudes, por su actitud crítica, por su pasión por la asignatura.
Este año la alumna invitada es Paula Sancho (IES Miguel Delibes en Mejorada del Campo), una "científica" con alma de letras, inteligente, crítica pero sensible, modesta y siempre dispuesta a ayudar a los demás.
Ha sido todo un honor (y una gozada) haberte podido dar clase, Paula
Atendiendo a la actualidad
española, los problemas e inquietudes que se viven en nuestro país, dedicaré
este artículo a una de las cuestiones o temas más planteados en este último
tiempo: la monarquía, en su vertiente histórica, internacional y actual.
La Monarquía ha sido un modo
predominante en la forma de Gobierno, o de máxima organización del poder
político en España, en sus diferentes concepciones o modalidades. Lo que hace
que la historia política e institucional de España sea la de su Monarquía.
Partiendo de la base de que la
monarquía es un sistema de gobierno en el cual el jefe del estado no es elegido
de manera democrática, a menudo es un cargo hereditario, es importante
establecer de forma clara que existen distintos tipos de monarquías: la
monarquía absoluta, aquella en la que la figura representante, el monarca, rey,
emperador o zar ejerce el poder sin ningún tipo de restricciones y en todos los
términos, en algunos casos tiene un gran poder espiritual, la monarquía
absoluta de origen divino. Esta organización estatal era la elegida en el
Antiguo Régimen, en la Rusia Zarista y como ejemplo actual, Corea del norte.
La
monarquía semiconstitucional, en ella el monarca aun conserva poderes
ejecutivos significativos, pero el jefe de Gobierno sigue siendo el primer
ministro; su evolución es diferente en cada Estado, sin embargo, tenemos el
ejemplo de los monarcas de los países árabes, quienes siguen ostentando casi
todo el poder en sus manos.
La monarquía constitucional, en la cual el monarca
es el jefe del estado con poderes limitados, meramente simbólicos, ya que el
poder legislativo, ejecutivo y judicial se reparte entre las diferentes
instituciones del país. Esta es la monarquía más dada en la actualidad, debido
a que representa mayor libertad al pueblo.
Con la mirada puesta en el presente
de España, comprobamos que la organización estatal viene dada por una monarquía
constitucional o parlamentaria. Un debate frecuente es el que enfrenta a la
monarquía con la república. Lo cierto es que tienen la misma base, excepto por
el hecho de que el jefe del estado no es escogido de manera democrática.
Respeto profundamente todo tipo de opiniones a razón de este tema, y dicho esto
me dispondré a explicar la mía.
Me encuentro en una situación en la cual yo,
como joven, no veo más que manifestaciones y huelgas para pedir el derecho a
decidir del pueblo. La verdad es que me parece razonable, y lo apoyaría si no
pensara que la monarquía, aun no siendo elegida por el pueblo, es beneficiosa
para este. En el modelo estatal español, el Rey es una figura representante y
simbólica que da respeto, seriedad y lo más importante, estabilidad al país
tanto nacional, como internacionalmente. Una figura que no se relaciona con
ningún partido político, que simplemente está ahí, ejerciendo una función
indispensable. A mi parecer, si el jefe del Estado se pudiera elegir,
provocaría cambios e inestabilidad, al ser permutado cada cierto tiempo. Pienso
que este cargo no debe estar relacionado con la política, ya que de esta ya se
encarga el Gobierno y el parlamento.
Dicho esto, quería terminar mi
exposición dando las gracias a Su Majestad Don Juan Carlos, por su papel
ejemplar durante su reinado, y especialmente en la transición, sin el cual no habríamos llegado al punto donde
nos encontramos, la democracia.
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