En realidad da lo mismo. Su muerte siempre será un símbolo pues (como ocurre con el Guernica), con ella mataron todo lo contrario a lo que significa la guerra. Fusilaron a la poesía, a la palabra, a los sentimientos o la libertad de ser lo que uno quiera.
Pero, como decía el propio Lorca, en la ficción del Ministerio del Tiempo, al final ganó él. Nuestra democracia actual tiene mucho más de Lorca que de sus asesinos. Eso lo deberíamos recordar siempre, pues en cuanto gana el olvido comienza a repetirse la historia.
Por cierto, hay una pequeña lápida dedicada a una niña de 13 años a la que también fusilaron en este mismo lugar que resulta estremecedora. (En realidad, todo el paraje lo es)
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