Ya no se escriben cartas, casi ya se han abandonado lo mails,dejandolos arrinconados al espacio del trabajo.
Ahora la comunicación se ha vuelto más oral y visual, y es el vídeo, los mensajes de voz, los memes y los emojis los que hablan de amor.
Y dicho esto, como si fuera el mismísimo Lucas Corralejo en su versión más académica, tengo que decir que yo tampoco escribo cartas, aunque en el tiempo remoto de mi juventud no paré de hacerlo, sobre todo de amor
Por eso conozco el ansia al abrir el buzón y la alegría o el desánimo después, la primera lectura apresurada, casi atragantándose, las siguientes más reposadas que muchas veces negaban las primeras impresiones
Sé de las esperas pero también de las largas noches solitarias, especialmente en verano, en donde escribir era una manera de no estar solo y hablarle a ella a la vez que a ti mismo (para los jóvenes z un pequeño consejo: nada mejor para pensar con claridad que escribirlo, pues contar las ideas a un papel consigue cosas asombrosas de las que uno no suele ser consciente).
Para todos aquellos que no pudieron vivir esta experiencia tan linda como terrorífica les puede enseñar mucho este libro. Su autor es el mejor, y encima cuenta una relación real que pasó de la colaboración literaria al amor apasionado casi exclusivamente por carta (estuvieron juntos, físicamente, cuatro días en Viena y algún días más en Praga).
Una historia de amor desde el punto único de una de las personas, lo que nos obliga a rellenar huecos en la información y valorar cada una de las cosas como opiniones e interpretaciones, no sucesos.
Sus terribles miedos a la enfermedad (la tuberculosis que arrasó la Europa de entreguerras) pero también a no estar a la altura de su amada, constantemente idealizada.
La búsqueda de citas casi como una locura desesperada, la necesidad de la piel del otro
La familia y sus relaciones siempre difíciles.
La historia lo es de enamoramiento pero también del posterior alejamiento, y nos retrata un Kafka incapaz de una verdadera felicidad. Una persona atada a sus miedos que sufre mucho mejor que ríe.
Es necesario leerla.
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