viernes, 23 de julio de 2010

EL DUQUE DE LERMA. El valido de Felipe III


Duque de Lerma. Rubens
Tomado de wikipedia.org

Se cuenta que, estando Felipe II en su lecho se muerte, se quejó amargamente a sus cortesanos diciendo

Dios, que me ha dado tantos reinos, me ha negado un hijo capaz de gobernarlos.

Se refería a su hijo primogénito, Felipe III, un rey abúlico y aburrido, sumamente religioso y por complejo ajeno a los trabajos de monarca. 


Felipe III por Sánchez Coello
Tomado wikimedia.


Felipe III. Velázquez

Tomado de http://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Philip_III_of_Spain

Con este nuevo rey que inauguró el siglo XVII, muchas de las tendencias surgidas en el siglo anterior se acrecentaron
El imperio español (ya en crisis moral desde el Desastre de la Armada Invencible y económica desde unos años antes) comenzó su declive mientras el rey pasaba las horas entre cacerías e iglesias.
La ocasión la aprovechó Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma, que conocía al rey desde niño. Se convirtió así en su valido, la persona que realmente dominó durante casi veinte años el poder en el Imperio.

Según sabemos de él, era arrogante pero sobre todo avaricioso, y muy pronto comenzó a recurrir a todo tipo de artimañas para enriquecerse y colocar a toda su familia (a eso se le llama nepotismo, pues en italiano nepote es sobrino, y así llamaban a los hijos de los papas del XV, muy pronto ascendidos – a veces con 5 o 6 años – a puestos de relevancia, como obispo, cardenal…), creando una fortuna familiar inmensa (cuando su propia familia se encontraba casi en bancarrota antes de su privanza)
Catalina de la Cerda, esposa del duque de Lerma.

Quizás la más espectacular de ellas fue el cambio de capitalidad que Felipe II había establecido en Madrid. (Aquí lo explicamos)
Pero si todo esto no le valiera, el duque de Lerma, que sufría constantes dolores de cabeza y enfermedades varias de las que sólo conseguía sanar si los cortesanos le visitaban y le dejaban un regalo en forma de joya.

En el plano político su actuación tuvo un lado positivo (la Tregua de los doce años con Holanda, que en parte permitió recuperarse a la economía imperia y, de paso, permitirle a él robar algo más), y otro negativo, la expulsión de los moriscos (los que ya se habían rebelado en el reinado de su padre, Felipe II). Ésta última medida, antieconómica por completo, hay que entenderla como una decisión populista (la población odiaba a estos moriscos), intentando así atraerse el favor de un pueblo que cada vez vivía peor mientras veía cómo se amasaban grandes fortunas en torno al duque de Lerma.

Carducho. Expulsión de los moriscos

Artísticamente, Lerma utilizó el arte de una forma propagandística típica del barroco.
Su mecenazgo artístico fue muy amplio, especialmente en lo arquitectónico, intentando dotar a Madrid de una estructura barroca de la que carecía por completo. Suyas fueron las iniciativas de la Plaza Mayor, Catedral de San Isidro, Cárcel de Corte, convento de la Encarnación. En muchos de estos proyectos intervinieron los Mora (Francisco y Gómez de Mora), padre Bautista  y fray Alberto de la Madre de Dios que hicieron evolucionar lentamente el estilo herreriano a formas protobarrocas.

En este sentido su gran proyecto será la propia villa de Lerma que ya analizamos aquí, que convirtió en corte virtual de la Españas, creando un conjunto de palacio y conventos unidos por un pasadizo elevado y una amplia zona de jardines, embarcaderos y bosques de caza en su entorno
Utilizó también los pintores de corte (Sánchez Coello, Pompeo Leoni) y a otros que relacionó con ella (Rubens) para engrandecer su imagen personal

La progresiva decadencia económica se unió a sus múltiples enemigos interiores para provocar su caída que encabezará su propio hijo, el conde de Uceda y la reina Margarita, que reunirán pruebas suficientes para juzgar y finalmente matar en la propia plaza Mayor de Madrid a su hombre de confianza, Rodrigo Calderón.

Rodrigo Calderón. Rubens

Tomado de .wikimedia.

Ante ello, y para evitar ser juzgado, el duque de Lerma pidió al Papa el capelo cardenalicio (ser cardenal, con su típica capa roja), lo que hizo que en Madrid comenzaran a circular unos famosos versos:


El mayor ladrón del mundo,
por no morir ahorcado,
se vistió de colorado


Tomado de wikipedia



Algunos aseguran que su autor fue el propio Conde de Villamediana , uno de mis personajes históricos favoritos

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