En estos últimos días un libro que me ha fascinado, tanto en lo personal como en lo intelectual. Lo encontré accidentalmente en la Biblioteca, pero venía cargado de múltiples pasados, el del estudio de estos últimos años, el del encuentro con una serie de personas que me han enseñado tanto, ayudándome a reaprender tantas cosas.
Mientras lo leía me venían a la memoria las tardes frente a un ordenador hablando de auctoritas, del sol en su cénit o de Broncino. Recordaba días de viento en el páramo entre China, el materialismo histórico o listas interminables de películas y libros.
Era como reencontrarme con tantas personas que me han re-enseñado a ver. (Gracias)
En el plano intelectual el libro de Le Goff (escrito en forma de larga entrevista) me ha fascinado por todas aquellas cosas que siempre me han gustado de Annales y que, en la medida de lo posible, intento llevar a mis clases y blog.
Por un lado la importancia de ampliar las fuentes y saber interrogarlas para un conocimiento más globalizado (más humano en el fondo) de la historia, que no quiere cerrarse en las fechas ni en las fórmulas dialécticas para conocer esta vida cotidiana. Entre las nuevas fuentes de los Annales destacan la arqueología medieval, todo tipo de literatura (desde los manuales de confesión a los sermones) y el estudio (iconológico-sociológico) de las fuentes artísticas “no para ilustrar, sino para comprender de una manera más amplia la visión del mundo, las sensibilidades, los códigos que constituyen una civilización”
Por otro, el problema de las cronologías y los periodos (que nunca son inocentes y vienen cargados de prejuicios, ya desde Vasari y especialmente decimonónicos) y su crítica al Renacimiento único frente a los sucesivos renacimientos al modo de Panosfky, apostando por la historia a largo plazo como una forma de conocer mejor.
Por último, me ha ratificado la idea de enseñar historia (o arte, o geografía) no desde la erudición sino desde la empatía. Conocer es comprender, y comprender es relacionarse con lo visto, sin que nada de esto redunde en la simplificación (cada vez creo más que el que más sabe explica más fácil, pues es capaz de resumir, sintetizar, crear vínculos claros…) Como decía Hemingway sobre la novela, ésta sólo es la parte superior de un iceberg, pero sostenida por ocho partes que se encuentran bajo el agua. Así deberíamos ser cada vez más los profesores, con una cada vez más profunda comprensión de los hechos para enseñar luego lo fundamental y, sobre todo, enseñar a aprender a nuestros alumnos, haciéndoles interrogar a las fuentes (desde el texto medieval al programa de televisión) para conseguir que se pregunten y conozcan a sí mismos.
Le Goff, J En Busca de la Edad Media. Paidós 2003
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