Un día estábamos en la playa muy larga del Cabo de Gata, que está en Almería, y hacia mucho, muchísimo viento. Viento de levante, nos había dicho el señor que fríe las sardinas.
Como hacia tanto viento nos volábamos, claro, pero a Ampalito se le ocurrió una idea fantástica, y nos ató con una cuerda de una barca, esa que sale en la foto del principio. (Nosotros no salimos, pues como las cámaras de fotos no tienen imaginación, no nos ven).
Al principio la cosa iba bien pero el viento de levante se enfadó (nosotros no le hicimos nada, eh, que quede claro) y nos levantamos del suelo.
Hasta el Rinoceronte, que es el que más pesa, se quedó en el aire.
-¡Mira, como una cometa! – dijo riéndose mucho.
Debía ser fantástico ver a tantos animales imaginarios haciendo de cometa en la playa, pero como la gente no tiene imaginación, nadie nos veía y sólo una niña rubia se quedó con la boca abierta.
-Mira, mami – decía mientras nos señalaba.
-Ponte la gorra, que te está dando demasiado el sol – le contestó.
Nosotros, como somos educados, le saludamos con la manita a la niña hasta que de pronto, la Jirafita dijo:
-¡Ay, esas montañas parecen volcanes!
Todos miramos hacia allí.
-Mira, tienen hasta humito – volvió a decir la Jirafita con las manchas muy pálidas.
Pero resultó que no, que el humito eran nubes que muy pronto se llevó el viento.
-¿Ves, Jirafita? No tiene humito.
-Ya, pero yo creo que son volcanes – repitió ella.
-Si no tienen humito no son volcanes; acuérdate del Etna, en Sicilia – le dijo el Rinoceronte.
Y a todos se nos vino a la cabeza esta imagen que os ponemos en una foto (no os podéis quejar; historia con fotos y todo, como una película).
Pero la Jirafita no quería dar su cuello a torcer.
-Yo creo que lo vi en Internet.
-Ya, Jirafita, pero ahora no podemos entrar en Internet ¿no ves que estamos volando?
-¡Niña! – le dijo la Jirafita a la niña que nos había visto - ¿Tú no tendrás por ahí un Internet para dejarnos?
-No. Está en el apartamento.
-Claro – dijo el Camello – en la playa se vuela señal, ondas a tomar vientos – se dijo riendo.
-¿Con quién estás hablando, Pili?- le dijo la madre a la niña.
-Creo que es un camelo, un rinoceronte, dos koalas y…
No le dio tiempo a terminar.
-¡Te ha dado un golpe de calor!
Total, que nos quedamos sin amiguita y sin Internet ¿cómo sabríamos si eran volcanes?
-Si no tienen humito…
-Pueden estar dormidos – dijo la Jirafita.
-¿Cómo se va a dormir un volcán?
-Yo lo he leído en Internet… Está en el blog de Vicentito. Los volcanes unas veces echan lava y otra vez se paran…
- .¿Y se duermen entonces, como si fueran koalas?
-Sí, pero sin roncar.
-¡Nosotros no roncamos! ¡Respiramos fuerte!- gritamos muy indignados.
-¡Psss!- que vais a despertar al volcán, dijo la Jirafita muy seria.
-¿Y saldrá entonces esas piedrecitas negras que vimos en el Etna?
-Sí, lapilli.
-Vale, entonces nos callamos, no vaya a ser que…
-¡Pili, vuelve a la sombrilla inmediatamente! – gritó la madre a la niña.
-Los animalitos que vuelan dicen que esas montañas son volcanes.
-Pero tú estás fatal. En septiembre te tiene que ver la psicologa del cole.
-Que sí, que lo he oído.
La madre se dio la vuelta, miró fijamente las montañas y dijo:
-No son volcanes, tendrían humo.
-Que no, mami, que es que están dormidos.
-¡Muy bien, Pili! – le gritó la Jirafita.
-Si, dormidos como tu padre, roncando.
-¡Eh, que yo no ronco, que sólo respiro fuerte!
-¡Psss!, no hables tan alto, que los vas a despertar, papi.
-¿A quien?
-A los volcanes de allí.
-Pero Pili, si esos volcanes hace muchos millones de años que duermen. Ya no se despiertan.
-¿Y cómo lo sabes tú?
-Porque soy vulcanólogo
-¿El señor que cuida a los volcanes? –preguntamos todos a la vez
-Algo parecido – nos dijo el padre de Pili ¡qué nos veía! ¡Vulcanólogo y con imaginación! ¡Qué maravilla!
Le íbamos a preguntar muchas cosas pero con el viento nos oía fatal, y nosotros también. Sólo nos llegaban palabras medio rota, como placas tectónicas , orogenia, chimenea, cráter, lava o … la de un señor muy extraño llamado Cordilleras Béticas.
-Qué lástima, que mal se le oye, si no hubiera viento…
-¡Calla, Jirafita!
-¿Por qué?
-Porque…
Y el viento, el señor levante, que es muy suyo, dejó de pronto de soplar y nosotros nos quedamos como un dibujo animado, y nos caímos al mar de golpe. Menos mal que el Pulpo estaba por allí y nos rescató. Pero hasta que lo hizo y nos sacó las sardinas que habíamos tragado, paso un rato gordo, y el señor vulcanólogo y nuestra amiga Pili ya se había marchado de la playa.
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Cabo de Gata, agosto 2011
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