Tomado de blogs.ua.es
En estos últimos días hemos oído millones de veces que le debemos la democracia al rey Juan Carlos.
La afirmación no es falsa, pero tampoco verdadera, pues toma la parte por el todo en una campaña de re-prestigio de la figura del rey que algunos sectores han iniciado desde que se conociera su abdicación (y que, a mi juicio, le perjudica más que le beneficia, pues están intentando crear un mito, seleccionando sólo ciertas partes de la historia).
Tomado de granadablogs.com
Desde entonces inicia una serie de movimientos y decisiones que serán el primer motor para la llegada de la democracia, como el cese de Arias Navarro en la presidencia de gobierno, sustituyéndolo por Adolfo Suárez, encargándole la ley para la Reforma política que permita destruir el monopolio franquista y permitir unas elecciones verdaderamente libres que generarían unas cortes que, a su vez, promulgaron la Constitución.
Adolfo Suárez
Tomado de www.huffingtonpost.es
En ella el rey renuncia a todos los poderes (amplísimos) que le había concedido el régimen franquista para conformarse como monarca constitucional (el rey reina pero no gobierna) entendido como jefe de Estado con funcionales de representación, jefe de las fuerzas armadas (aunque bajo el control del gobierno) y factor de equilibrio fuera de los vaivenes políticos (una forma de evitar las radicalizaciones que ya vimos en la II República)
Por otra parte, fue también fundamental su figura como referencia de estabilidad en este complejo paso (sin violencia) entre franquismo a democracia, manteniendo sujeto a los sectores más reaccionarios y a una gran parte del ejército que podían haber dado al traste todo el proceso. De la misma manera sirvió como referente ante la población, convirtiéndose en una las representaciones del poder que, simbólicamente, nunca dejaba una sensación de vacío de poder que habría creado un vértigo aún mayor del que ya hubo
Y hasta aquí su aportación, fundamental.
Pero la Transición fue mucho más que esto, y no deberíamos olvidar el papel fundamental de otras personalidades sin las que habría sido imposible, como Torcuato Fernández Miranda, su antiguo profesor de Derecho y verdadero cerebro de la misma. En un segundo plano se le puede considerar como el verdadero ideólogo del proceso que iría "de la ley a la ley a través de la ley".
Torcuato Fernández Miranda (izquierda) junto a Suárez
Tomado de www.mundiario.comreforma
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Y además de Suárez (que sirvió de instrumento carismático del proceso), tampoco podemos olvidar a toda una serie de políticos que supieron encauzar a distintos sectores de la población y tendieron a un espíritu de consenso que fue imprescindible en todo el proceso. Así lo hizo Carrillo y con él el PCE al renunciar a la República y aceptar una economía capitalista, Felipe González que rehizo el PSOE, lo hizo renunciar a sus principios marxistas y aceptó la monarquía, Fraga Iribarne que, desde el régimen anterior, sirvió como punto de referencia de la parte más moderada del franquismo, Tarradellas y la adaptación del catalanismo a un sistema autonómico, o los propios sindicatos que, sin renunciar a la lucha obrera, pactaron con empresarios y partidos políticos los famosos Pactos de la Moncloa para intentar paliar los efectos más adversos de la crisis del 73.
Pactos de la Moncloa
Tomado de e-ducativa.catedu.es
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No debemos olvidar, por otra parte, que el propio régimen franquista estaba ya en proceso de descomposición antes incluso de la muerte de su fundador y el contexto internacional (especialmente EE UU) estaba a favor de una democratización del sur europeo (como ya había pasado con Grecia o Portugal).
Incluso en el interior del país, la creciente clase media que empezó a aparecer en los 60 y cuyos hijos se encontraban mucho más educados (muchos de ellos universitarios) permitían una base sobre la que apoyar el nuevo régimen (al contrario de lo que había ocurrido en la Segunda República), produciéndose una transición social bastante anterior a la política
Como puede verse en este brevísimo resumen, la Transición fue mucho más que el rey, y se parece mucho más a un gran tablero de ajedrez en donde se necesitó del movimiento de múltiples piezas para lograrse
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