CLASIFICACIÓN Y ENCUADRE.
Nos encontramos con un texto de carácter público (una carta abierta al Congreso) y circunstancial, dada la forma de exponer las cuestiones y su interés por explicar las razones que le conducen a la abdicación.
Aparece fechado en 1873, momento clave dentro del Sexenio Democrático. En él, y presionado por numerosas crisis internas que más tarde analizaremos (guerra carlista, conflicto cubano, oposición republicana y alfonsina...), Amadeo I abdica del trono que la Constitución de 1869 había creado para España en sustitución de los Borbones.
Ese mismo día, el Congreso y el Senado reunidos en sesión conjunta se declaran en Asamblea Nacional (aunque esto estuviera explícitamente prohibido en la citada Constitución) y proclaman la I República (1873-74). En ella, los propios problemas que hicieron dimitir al rey unidos a otros nuevos (cantonalismo, fuertes represiones...) la terminarán derribando en el pronunciamiento de Pavía.
El autor, obviamente, es el rey Amadeo I, perteneciente a la familia de Saboya. Hijo del monarca italiano que hizo la reunificación, su elección viene dada tanto por su talante liberal, como por su lejanía de la Iglesia (su mismo padre había tenido serios conflictos con el Papado durante la reunificación). Ambos aspectos eran totalmente contrarios a la monarca anterior, Isabel II, que había sido revocada en la revolución de Septiembre de 1868, entre otras causas, por su inclinación hacia los moderados o la influencia que tenía en ella la religión personificada por su confesor, el padre Claret.
Por otra parte, no deberíamos olvidar el peso que tuvieron las distintas alianzas internacionales en la decisión de Prim de colocarle como rey. Fueron éstas las que le impidieron la elección de Leopoldo de Hohenzolern (al que se opone Napoleón III que ve un peligro en la unión de las fuerzas españolas y prusianas) o Fernando de Coburgo (vetado por Inglaterra temerosa de un posible pacto ibérico), entre otros.
El destinatario directo es el Congreso, compuesto en gran parte por ideologías contrarias al propio Amadeo. Por extensión, podemos considerar que el destinatario final sería la propia nación sobre la que hasta entonces había reinado. Su propósito es evidente: plantear las causas de su abdicación, achacándola a factores externos a él mismo (o su tan traída y llevada falta de carácter).
ANÁLISIS.
La idea fundamental del texto es bastante clara: explicar las distintas razones que han impulsado al monarca a tomar la decisión de la abdicación.
Entre ellas destaca un largo pero ambiguo párrafo en donde nos habla de la falta de apoyo y las numerosas disensiones internas entre partidos. Sin señalarlas en concreto, el rey está hablando de la ruptura del bloque monárquico que, tras ganar las elecciones, había redactado la Constitución de 1869, poniéndolo a él en el trono. Su cohesión había sido posible gracias al liderazgo de Prim, y una vez muerto tras su asesinato unos días anterior a la llegada del rey a la capital, las distintas fuerzas comenzarán a chocar entre sí, pasando progresivamente por el poder (Serrano y los unionistas, Ruiz Zorrilla y los radicales o antiguos demócratas, y finalmente Sagasta, líder del partido Constitucionalista que arranca desde posiciones progresistas).
A todas estas tendencias habría que añadir las distintas sensibilidades republicanas que tomarán inmediatamente el poder, tal y como ya se dijo en el análisis, así como los antiguos moderados que se comienzan a reorganizar en torno a la figura de Cánovas del Castillo, uniéndose en torno a la causa alfonsina. A estos últimos, se empezarán a unir grupos descontentos del ejército (Martínez Campos entre ellos, que terminará con la I República con su pronunciamiento en 1874 en Sagunto).
A toda esta agitación política el propio rey alude en varios momentos del texto a los conflictos armados (cada día más lejana la era de paz... los que con la espada (...) perpetúan los males de la Nación), refiriéndose claramente a los carlistas que, tras descartar la opción electoral que encabezaba Nocedal, vuelven a la insurgencia en la zona norte del país. Junto a ellos se encuentran los grupos independentistas cubanos que desde 1868 (Grito de Yara) mantenían una sangrante guerra contra la metrópolis, así como los numerosos conflictos obreros provocados por los republicanos más radicales.
Ante todo esto las opciones que se le plantean al rey son muy escasas: la abdicación o la respuesta de tono militar al modo de los numerosos pronunciamientos que habían marcado el reinado de Isabel II. Sin embargo, Amadeo rechaza de plano esta última, asegurando que las únicas soluciones había que buscarlas dentro de la ley y no fuera de ella, pues, como ya apuntábamos en el análisis, su educación y talante era la de un rey liberal, sometido a una Constitución. (Un rey, no obstante, tachado por sus enemigos de indeciso y con escasa capacidad de liderazgo que él rápidamente intenta negar con una de sus frases finales. nadie achacará a flaqueza de ánimo...).