sábado, 26 de noviembre de 2016

EL LIBRO DEL SÁBADO. HAASE. Un gusto a almendras amargas o el final del imperio romano


Restos del templo de Marte Ultore. Foro de Augusto

Hace ya algún tiempo hablábamos de otra novela de esta magnífica escritora, La ciudad escarlata, que se desarrollaba en los inicios de la Contrarreforma.
Y es que parecería que su literatura gusta de estos momentos de cambio e incertidumbre, cuando las verdades anteriores están dejando paso a nuevas fórmulas, aún no desarrolladas por completo.
Esta novela de la que hablamos busca en los principios del siglo V una nueva época de transición, la que convierte al Imperio Romano en una fórmula premedieval en donde aún coexisten el Imperio y sus corte de funcionarios con el nuevo poder emergente del cristianismo a través de los obispos.
En este marco, sustanciado en un juicio que mantiene múltiples disgreciones, vemos los enfrentamientos entre paganismo y cristianismo, tanto al nivel cotidiano como en la propia ideología, que está pasando apresuradamente del individualismo y prestigio social clásico a la búsqueda de lo trascendente y el control de los obispos que, abandonada ya (mejor dicho, destruida) la primitiva democracia de los primeros cristianos, se está instituyendo como el nuevo gran poder (especialmente ideológico) que será el fermento de la futura historia.

Santa Práxedes. Roma

Junto a este cambio religioso también se está produciendo una infiltración (a veces brutal, como ocurre en Alarico, a veces sigilosa y mucho más potente, cuando los bárbaros van copando los puestos del ejército y la administración) del mundo exterior, ajeno a los grandes valores que durante siglo habían sido la base del Imperio en donde ya no tienen cabida los poetas (como uno de sus protagonistas) pero tampoco consiguen mantenerse a flote las élites.
Es, por tanto, un mundo de crisis que precede al cambio, en donde los personajes (como es habitual en su obra) se encuentran desnortados, andando a ciegas por una realidad que apenas se intuye.


Da lo mismo en qué parte de la pirámide social se encuentren, pues desde la Corte a la Subura de las ínsulas más miserables, todo el ambiente se va cargando lentamente de un fatalismo que desembocará en un espectacular final

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