viernes, 26 de abril de 2024

EL DESARROLLISMO FRANQUISTA


 La autarquía económica había llevado a la economía del Estado al borde de la quiebra. A pesar de la apertura exterior iniciada en 1953 después de los acuerdos con Estados Unidos y el Concordato con la Santa Sede, la situación tienen fuerte altibajos debido a problemas estructurales que tienden a crear inflación, con sectores muy poco modernizados. En el año 1957 cambia el gobierno y entran los tecnócratas del Opus Dei: Ullastres ministro de Comercio y Navarro Rubio de Hacienda, personalidades de una sólida formación económica conservadora y con métodos de gestión autoritarios

Sus primeras medidas liberalizadoras son de carácter fiscal (modificando la política tributaria creando el IRPF, el impuesto de sociedades y el de rentas de capital, para evitar el fraude fiscal anterior, Mateos y Soto), laboral (con la ley de convenios colectivos (1958) que, sin embargo servirá como plataforma para la creación de CC OO) y monetarias (devaluando la moneda para encauzar el déficit crónico de la balanza comercial)

Tras ellas llega el Plan de Estabilización, aconsejado por el Fondo Monetario Internacional que resultaba la superación al tradicional miedo al mercado (Mateos y Soto. Sus objetivos principales eran contener la inflación a través del control de los créditos de la banca privada, reducir el déficit público (disminuyendo el gasto público y aumentando los impuestos indirectos de la gasolina y el tabaco), liberalización de los sectores económicos permitiendo la creación de sociedades mixtas con un 50% de capital extranjero y equilibrar el valor de la peseta en el exterior, recurriendo a una nueva devaluación y vinculando la peseta al modelo Bretton Woods



Este plan tuvo a corto plazo unos resultados nefastos especialmente para los colectivos más débiles (Tamames), congelando los precios, enfriando la economía y generando paro, lo cual generó un fuerte movimiento migratorio exterior y más tarde interior. En su favor hay que anotar la ruptura de los esquemas autárquicos, la mejora de la balanza de pagos y el equilibrio presupuestarios; todos precisos para acometer la segunda oleada de reformas desarrolladas en los sucesivos Planes de Desarrollo frente de los cuales se colocó al tecnócrata López Rodó en 1964 y hasta el 75

Tras su implantación se inicia un despegue económico (milagro español) gracias a las inversiones extranjeras en el sector industrial (atraídas por el carácter disciplinado de la mano de obra controlada por los sindicatos verticales, y el bajo precio de la mano de obra) y la entrada de divisas propiciada por el turismo y los envíos de los inmigrantes en Europa.

Se consigue así que, en 1970, España pueda ser considerada como un país desarrollado, aunque con graves problemas económicos.

No se consigue equilibrar su balanza comercial (diferencia entre lo que se exporta y lo que se importa), sin embargo logra equilibrar la balanza de pagos (diferencia entre los capitales que se ingresan y los que salen). Esto se consigue gracias a los ingresos por turismo, que se constituye como primera empresa nacional dado su efecto locomotora sobre otros sectores (construcción, restauración). Su interés por su rápido desarrollo creará, sin embargo, una construcción poco planificada que llegará a arruinar medioambientalmente una parte de nuestro litoral y cascos históricos (Domínguez Ortiz)



Se mantienen (y potencian) los desequilibrios territoriales pese al intento de creación de los Polos de Desarrollo, agravándose la diferencia económica y demográfica entre el centro y la periferia, con excepción de Madrid. Existirá también un fuerte déficit de infraestructuras de transportes, una escasa modernización agrícola y un régimen fiscal regresivo que incide en los escasos recursos estatales para sanidad, educación o vivienda.

Según Paul Preston estos esfuerzos para impulsar el crecimiento se caracterizaron con frecuencia por la ineficacia, la corrupción y el alto coste social. Los tecnócratas, prisioneros de la oligarquía franquista, buscaron un crecimiento que aceptase e intensificase la desigual distribución de la riqueza, las desigualdades regionales y la dependencia tecnológica

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