sábado, 9 de noviembre de 2013

AZAFRÁN. El misticismo de las religiones del libro


Siglo XIII, los cristianos ya controlan casi toda la Península y sólo queda del antiguo Al Andalus el reino de Granada. 
Un maestro de escuela coránica en un perdido pueblo del Alfarache inicia una huida hacia este reino. Un camino que le hará pasar por Sevilla (Isbiliya), Córdoba (Qurtuba), Tulaytula (Toledo), Granada nazarí, sierra Alhamilla.

A través del camino irá conociendo a médicos, arrieros o rabinos judíos que le enseñarán los caminos exotéricos de sus religiones, especialmente la rama sufí y la cábala que intenta rasgar las puras apariencias del mundo, las formalidades de las prácticas religiosas, para encontrar a la divinidad pura.

                                         

El viaje se convierte así en uno iniciático en el que se nos explica, en esta clave, el significado oculto de los azulejos de los Reales Alcázares de Sevilla, de la sinagoga-mezquita de Santa María la Blanca, de la mezquita de Córdoba o la futura Alhambra, que se nos describe como una profecía… Todo un saber resumido en el número y la geometría que, estando siempre ahí presente es necesario desentrañar.

Este es el punto fuerte de la novela, mostrarnos estas tradiciones ocultas que mantuvieron las tres religiones durante Al Andalus. 
Habitualmente nos dedicamos a narrar sobre la sociedad, la religión oficial o el poder y suele quedar postergado este capítulo que tuvo una importancia capital tanto en el mundo judío (con centros en Toledo o Girona) como en el musulmán, con grandes místicos con Al Gazel o Ibn Arabí que llegó a crear en Murcia y Almería una de las grandes escuelas sufíes de toda la Edad Media o cristiano (vinculado con la alquimia)

El poder del conocimiento que se debe apoyar en el amor, el conocimiento de uno mismo…. Del que ya hablamos en este blog en la figura de Rumi (y pronto en la de Ibn Arabí) y que tantas concomitancias tiene con el misticismo cristiano del XVI o el zen oriental.
El libro, con un buen arranque y nudo, sin embargo, pierde fuelle en su último tercio que remata de una forma un tanto apresurada.


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