Pues la tradicional nostalgia por un Japón (el tradicional) que desaparece, es sustituida por la historia de una obsesión, la de un hombre que persigue mujeres como un mirón picassiano, embriagado por ellas y, más imaginativo que real, intenta crear un mundo de belleza imposible, pues su propio interior está enfermo de una tristeza insuperable.
Realmente, la historia de una imposibilidad, de un anhelo que, ya desde el primer momento, se sabe que se frustrará, como lo son todos en este libro, en donde las "víctimas" también acuden al relato para explicar sus imposibilidades vitales, como la casada con un anciano o la novia del hombre equivocado.
Y todo ello contado de una forma suave y envolvente, cercana a la alucinación, que enlaza pasado y presente, víctimas y verdugos sin solución de continuidad, como la de una hoja mecida por los vientos que vuela, gira, avanza y retrocede sin que el lector sea capaz de librarse de su embrujo y la siga aunque nada parezca que tenga un sentido correcto, pues sólo suceden las cosas, ocurren y la belleza o la felicidad es, apenas, un recuerdo que nunca existió más que en los sueños.
Una delicia.
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