En la vida del artista era clave encontrar la voz, cómo no, pero también la velocidad, la cadencia exacta para escribir cada palabra, para volverla música, para cantarla escribiendo.
Los genios. Jaime Bayly
En la vida del artista era clave encontrar la voz, cómo no, pero también la velocidad, la cadencia exacta para escribir cada palabra, para volverla música, para cantarla escribiendo.
Los genios. Jaime Bayly
Un libro irregular pero muy inquietante en numerosos fragmentos.
Este conjunto de cuentos nos habla de uno de los síntomas más reveladores de la más rabiosa actualidad: la rabia. Ese odio visceral que se proyecta contra los demás como una forma (inútil) de sanación propia.
En ese sentido el libro es muy oportuno, analizando las rabias que surgen en la política, en las relaciones personales, la familia, la ciencia y la academia, la empresa o la propia literatura, infiltrándose en la propia ficción.
Aún más oportuno es la constante presencia de las redes sociales (especialmente Twitter) como lugar perfecto para la creación, amplificación y distribución de esa rabia. Su anonimato, viralidad y algoritmos que se basan en nuestras más bajas pasiones lo convierten en un instrumento mortal para la expansión de esta nueva pandemia que ha sustituido a la anterior de las mascarillas y para la que no se han encontrado aún vacunas que nos protejan realmente (porque, en realidad, para funcionar, deberían protegernos de nosotros mismos y de nuestros miedos/odios/incapacidades/debilidades)
Todo esto permite una interesante reflexión sobre nuestro entorno más cercano y actual, por lo menos en los momentos más intensos de estos cuentos que (en su contra) a menudo son excesivamente largos y prolijos, quitando intensidad a su mensaje y añadiendo muchas páginas que nada aportan.
El reverso de esta aparente radicalización política es que la propia práctica política radical es concebida como un proceso infinito que puede desestabilizar, desplazar, etc. la estructura de poder sin llegar a socavarla de un modo efectivo; el objetivo final de la política radical es desplazar progresivamente el límite de las exclusiones sociales, dotando de poder a los agentes excluidos (minorías sexuales),generando espacios marginales en los que éstas puedan articular y cuestionar su identidad. La política radical se convierte, por lo tanto, en una parodia burlona y en una provocación sin fin, un proceso gradual de desarrollo de nuevas demarcaciones;
Bienvenidos al desierto de lo real (Slavoj Zizek)
Una novela gráfica verdaderamente espectacular.
Es difícil contar una historia de espacio tiempo tan compleja (y a la vez diamantina) en tan pocas páginas, jugando con las paradojas tradicionales para (en un último instante) reconvertir lo que era una pura elucubración en una historia profunda y terriblemente humana.
El estilo es tan sencillo, las figuras tan básicas e hieráticas que generan todo un sentimiento de intranquilidad en el lector que, nada más iniciar la historia, descubre que en el futuro el asesino a sueldo es una profesión como otra cualquiera, realizada casi con monotonía de escriba o pizzero.
Uniendo poesía con prosa y realismo con magia muy cortaziana llena de inesperadas escenas y comportamientos fuera de la norma (y su adjetivación también), Peri Rossi hace una novela (ella, siempre tan impura, tan mestiza) que habla de infancia y política, de tradición y modernidad.
Por una parte la obra es toda una larga metáfora sobre las sociedades tradicionales (como la de sus tíos) de largas tradiciones inamovibles hasta que por una sola piedra se pueden romper.
Por otra es una larga despedida de la infancia, con sus ritos de paso como el conocimiento del sexo, la aparición de la tristeza frente al mundo adulto o la revolución.
Es (resumiendo) mundo de estatuas mordidas en sus pechos y árboles engullidos por la niebla, vivos casi muertos, primos, lánguidas habitaciones y secretos, lágrimas, sexo y un largo aliento poético que todo lo toca y perfuma de sensaciones extrañas. Un mundo de extrañeza mientras se crece y tradiciones familiares paradas en la eternidad de las gallinas, la vejez o la profunda incomprensión de los que viven en la Historia que con un sólo gesto se romperá en mil pedazos (justo lo que ocurrirá un año después en Uruguay, obligándola al exilio a la escritora).
MÁS LIBROS DE LA AUTORA EN NUESTROS BLOGS
(...) Invadiremos Austria sin pedir permiso a nadie, y lo haremos por amor.
(...)
Hitler comunicó a los jefes de sus ejércitos que proyectaba ocupar a la fuerza una parte de Europa. Primero invadirían Austria y Checoslovaquia. Es que en Alemania estaban muy apretados, y como nunca se alcanza el meollo de sus deseos, como la cabeza se vuelve siempre hacia los horizontes difusos, y además, como un fondo de megalomanía sobre trastornos paranoicos hace que la pendiente resulte más irresistible, después de los delirios de Herder y del discurso de Fichte, desde el espíritu de un pueblo celebrado por Hegel y el sueño de Schelling en torno a una comunión de los corazones, la noción de espacio vital no suponía ninguna novedad.
(...)
En Austria, hacia donde apuntaron de inmediato las ambiciones del Reich, el canciller Dollfuss, que se había arrogado —desde lo alto de su exiguo metro cincuenta— todos los poderes, fue asesinado por nazis austriacos ya en 1934.
(...)
Pero ¿qué exige ese acuerdo? De entrada, exige —merced a una fórmula vacía y poco comprometida— que Austria y el Reich se consulten sobre los asuntos internacionales que atañan a ambas partes. Exige —y ahí es donde empiezan a complicarse las cosas— que en Austria se autoricen las ideas nacionalsocialistas y que Seyss-Inquart, un nazi, sea nombrado ministro del Interior, y con plenos poderes: una injerencia inconcebible. También exige que el doctor Fischböck, un nazi notorio, sea nombrado asimismo miembro del gobierno. Exige a continuación la amnistía para todos los nazis encarcelados en Austria, incluidos los nazis criminales. Exige que a todos los funcionarios y oficiales nacionalsocialistas se les restituyan los derechos de que gozaban anteriormente. Exige el inmediato intercambio de un centenar de oficiales entre los dos ejércitos y el nombramiento del nazi Glaise-Horstenau como ministro austriaco de la Guerra. Y, en fin, exige —postrer afrenta— la destitución de los directores de propaganda austriacos. Tales medidas deberán hacerse efectivas en ocho días, a cambio de lo cual —sublime concesión— «Alemania reafirma la independencia de Austria y su adhesión a los convenios de julio de 1936», que quedan ya totalmente vacíos de contenido. Luego, para acabar, fórmula inaudita después de lo que acaba de leerse: «Alemania renuncia a toda intromisión en la política interior de Austria». Es como estar soñando.
(...)
Se detienen un instante ante la casa natal del Führer, ¡pero no hay tiempo que perder! Llevan ya demasiado retraso. Las chiquillas tienden ramos de flores, la multitud agita banderines con cruces gamadas, todo marcha bien. A media tarde la comitiva ha atravesado ya numerosos pueblos. Hitler sonríe, agita la mano, la exaltación resulta visible en su rostro; hace el saludo nacionalsocialista cada dos por tres, a corros informes de campesinos o de muchachas. Pero las más de las veces se limita a exhibir ese extraño gesto que tan felizmente parodió Chaplin, el brazo doblado con un ademán
(...)
Con el fin de consagrar la anexión de Austria, se convocó un referéndum. Se detuvo a los opositores que quedaban. Los sacerdotes instaron desde el púlpito a votar a favor de los nazis y las iglesias se ornaron con banderas con cruces gamadas. Hasta el antiguo líder de los socialdemócratas pidió que se votara sí. Apenas se alzó alguna voz discordante. El 99,75% de los austriacos votó a favor de la incorporación al Reich.
El orden del día (Éric Vuillard)
La más brutal novela del autor, casi un puro Bataille y su surrealismo oscuro y repugnante que gusta de unir vísceras con sexo y traspasar límites morales pero también sensitivos. Muy cerca, a veces superándolo, de la estética del límite de Chuck Palahniuk.
Nos habla de la fascinación por el automóvil como metáfora de un mundo cada vez más post-humano. El coche y los accidentes automovilísticos (como un símbolo de nuestros tiempos, tecnología y thanatos) y sus huellas en los cuerpos
Cada vez estamos más atados a las identidades con las que circulamos por la red y que nos convierten en una marca más o menos valorada según el mercado laboral y afectivo.
Me inquieta ver cómo hace un tiempo que se está imponiendo un discurso cultural y educativo que, desde la crítica al elitismo, rechaza la dificultad. Es un discurso antiuniversitario, antiexperimental y antivanguardista que se refugia en un concepto muy confuso de cultura popular. En nombre del pueblo, se confunde la cultura del pueblo con la cultura para el pueblo. En nombre de posiciones anticlasistas, se vuelven a marcar los límites de lo que el pueblo, queriendo decir «los de abajo», pueden entender, aprender y consumir. Contra la alta cultura, se condena a gran parte de la población a quedar excluida. Paradójicamente, el antielitismo se convierte en una nueva forma de elitismo. El principio de la cultura es que no hay límites de acceso a la cultura. Cualquier ser humano tiene capacidad para relacionarse con el conocimiento, las sensaciones, las ideas y las propuestas que han generado los demás seres humanos. Si son difíciles, despertarán y afinarán en nosotros nuevas capacidades, nuevas sensibilidades y formas de inteligencia. La igualdad no es un resultado, es una premisa y tiene una sola consigna: comparte el deseo y no trates nunca al otro de idiota.
Fuera de clase (Marina Garcés)