Si la chanza descansa en un fondo serio y si está manejada de tal suerte que un lector que no sea completamente romo saque de ella más fruto que de las severas y aparatosas lucubraciones de ciertos escritores, como son aquellos discursos zurcidos de retazos de varios autores, en que se ensalza la Retórica o la Filosofía
Elogio a la locura
Parece mentira que se pueda leer tan fácilmente y con tanto interés un libro escrito hace más de cuatro siglos. Más aún lo vigente que aún se mantiene.
Aunque, cuidado, hay que saber leerlo, pues como su propio autor indica:
Si os dignáis escucharme, pero no con la atención que soléis prestar a los predicadores, sino con los oídos que prestáis a los charlatanes, a los juglares y a los bufones.
Pues el autor jugará con nosotros como si fuéramos unos auténticos peleles y su ironía nos dará más de una sorpresa.
Nos hablará un personaje femenino, la Necedad (y no la locura de la traducción hispana original) que a la vez critica nuestros comportamientos, nos dice que es imprescindible un gramo de necedad para poder seguir viviendo, pues es algo tan humano como la propia razón
Así el lector entrará en una montaña rusa en donde sus ideas preconcebidas serán criticadas y ensalzadas casi al mismo tiempo, algo casi postmoderno en su brutal relativismo que, a la postre, nos obliga a daros cuenta de que todo debe ser objeto de sospecha, de critica, de una mirada lucida que es razón pero a la vez desasosiego.
Pues ni blanco ni negro y el gris con prevenciones. Esta es la asombrosa lección que nos aporta Erasmo. Una libertad intelectual que se enfrentó a su tiempo (y se sigue enfrentando a los nuestros a poca atención que pongamos) y guiaría los pasos de otros heterodoxos como Giordano Bruno o Pietro Aretino y terminó por hacer tan peligroso (aunque elitista) su legado, que terminaría siendo condenado por la Inquisición
Ya avanzada la lectura nos daremos cuenta que, tras la inicial inyección de escepticismo (algo que me mantuvo en vilo durante toda la lectura, como si fuera un contemporáneo del mismo Lyotard o de Derrida), Erasmo termina por tomar un claro partido: cualquier "vicio" (sea la moral que fuese) es aceptable siempre que no dañe a los otros.
Es por ello que Erasmo muestra una caridad infinita ante los comportamientos del vulgo y las flaquezas humanas mientras se muestra despiadado con los que provocan la ruina de los otros (usura, la guerra, el poder)
Habitualmente este es el aspecto el más destacado de su obra (acaso porque era el más peligroso para las instituciones), sus furibundos dardos a aquellos que (ya por su posición política, social o económica) tienen influencia en la sociedad, haciéndola peor para todos. Por el filo de su pluma pasarán así artistas, clérigos, filósofos, gramáticos, reyes, obispos... que en poco han cambiado desde entonces.
Y dicho esto, y aunque os pueda parecer una simple impostura, os animo a leer esta pequeña hora (una hora larga). Os divertiréis mucho pero, sobre todo, os descentrará de vuestro eje habitual, permitiéndoos ver las cosas desde una nueva perspectiva
Para saber más de Erasmo