De extracción humilde ha conseguido, gracias al matrimonio y una guerra civil en la que su marido estaba en el bando de los ganadores tener una casa rica, dos niños a los que atiende la criada Amalia y una Madre a la que odia secretamente.
Ella no pasa hambre e incluso puede comprar en el estraperlo, pero está atenazada por la religión, más bien por un tipo de moral católica que impusieron los vencedores en España franquista. Una moral del pecado, especialmente si es carnal, como el de ver su propia desnudez (pues si se trata de la caridad con los vecinos y desconocidos, la soberbia es algo puramente venial, algo que deben hacer las Señoras).
Ni la maternidad (tan lejana de esos dos niños gordopilos que no hacen más que comer durante la novela), ni la piedad filial ni el amor inexistente a su marido (que en el fondo le asquea profundamente) le logran dar un sentido a su vida.
Pero algo va a suceder que cambiará todas las cosas. Su marido ha sido invitado al Primer Congreso de Moralidad de playas y cauces fluviales, un evento que existió y en el que se dieron una serie de recomendaciones al régimen para evitar la degradación moral que el turismo está trayendo a nuestras costas con su promiscuidad y sus demoniacos bikinis.
A partir de este momento, la Señora irá construyendo una verdadera epifanía y el lector irá conociendo con pinceladas breves pero certeras toda la forma de vivir y pensar del franquismo, la de sus vencedores, pues los perdedores serán invisibilizados y controlados férreamente.
El hambre, la impronta de un catolicismo de moralidad casi medieval que, sin embargo está lleno de hipocresía, su lucha contra el desarrollismo voraz que destrozará nuestro paisaje litoral... (realmente hay toda una colección de fragmentos que valdrían perfectamente para entender este periodo histórico).
La novela es verdaderamente interesante por el tema y la capacidad del autor de desarrollar sus personajes (y con ellos toda la sociología dle franquismo), desde el chupatintas con ganas de prosperar, a la Madre que ha salido del fango, sin conseguir superar todos sus prejuicios, o la criada y toda su moral de esclavos y sus rebeldías.