La piedra erguida es misterio y clamor silencioso. Dos figuras humanas en estado naciente, en estado muriente. No acabadas de crear por el cincel: por eso mismo siguen ellas creando. El desnudo viril desfallece, la mujer en su manto le sostiene. Con brazos amorosos, con rostro desesperado...
... El armario le presentó su propia imagen: en sus brazos el viejo, el hombre, el niño; la cabeza exangüe sobre el hombro femenino, la mano colgante, el cuerpo como derramándosele entre sus brazos... Al verle, al verse así, su carga empezó a pesarle tantísimo que temió derrumbarse allí mismo...
Estas navidades quise, sin embargo, retomar al Sampedro novelista y, aprovechando un viaje a Milán, volví sobre mi obra favorita, la Sonrisa etrusca.
Ya hacía muchos años de su última lectura, y sólo recordaba vagamente una maravillosa (y triste) historia sobre la vejez pero también el amor y la imagen de la Pietá de Rondanini como uno de las imágenes recurrentes.
Cuando volví a la lectura descubrí que el libro era eso pero muchísimo más también, y me volví a quedar deslumbrado ante su prosa, que en un principio era tan fácil, y que conseguía, sin embargo, entrar en las almas de sus personajes para desnudar sus más tiernos registros. Unos personajes tan recios como complejos que evolucionan durante la obra con una maravillosa lucidez.
Y es que la novela son muchas novelas dentro.
Un canto maravilloso a la vejez (un tema tan poco tratado en nuestra sociedad, que cada vez aparta más a los mayores, como si molestaran). La edad se nos muestra como un pozo de saberes duramente acumulados que dan una visión mucho más amplia y verdadera de la vida, llena de sutilezas (sobre el amor, la amistad, el sexo o los recuerdos) que la juventud no sabe entender, incluida la aceptación de la muerte que, curiosamente, no debe estar reñida con la muerte.
Esa gente, con tanto libro, confunde las estampas con las cosas
Es también todo un estudio de las dos Italias (la del norte milanés contra el sur calabrés) que es, a la postre, la lucha entre las sociedades tradicionales agrícolas, con sus maravillas y sus sombras, y las sociedades posindustriales.
Una interesante reflexión (desde los aspectos más materiales y sencillos a las grandes bases ideológicas que los sostienen) que cada vez será más difícil encontrar, y que sería maravilloso trabajar con nuestros alumnos para que entiendan sus raíces.
Claro, tienen que casarla con el mozo, porque ella ha quedado así deshonrada y nadie la querría... A no ser que la familia mate al mozo: entonces sí. Matándole se arregla todo.
¡Tú no sabes aún lo que es la plaza! Todo lo que le importa al pueblo se decide allí...
Que no acabe siendo uno de esos milaneses tan inseguros bajo su ostentación, temerosos siempre de no saben qué, y eso es lo peor: miedo de llegar tarde a la oficina, de que les pisen el negocio, de que el vecino se compre un coche mejor, de que la esposa les exija demasiado en la cama o de que el marido falle cuando ella tiene más ganas...
Se nos habla también de compromiso político y personal, con el pasado partisano del viejo que había luchado por la liberación de Italia frente a los nazis o la propia lucha contra el cáncer que emprende el protagonista.
Pero sobre todo es una novela sobre la capacidad redentora del amor como una forma de entender al otro pero también a sí mismo en donde el viejo realiza todos unos complejos aprendizajes gracias al amor hacia su nieto Bruno, a su amor otoñal de Hortensia, el redescubrimiento de su propio hijo...
...ya sabe vencer al destino. Atrincherándose en lo indestructible: el momento presente