Vittoria Colonna por Miguel Ángel
La vida de Vittoria Colonna tiene dos grandes partes divididas por la muerte de su marido por las heridas sufridas en la batalla de Pavía.
Hasta entonces se había comportado como perfecta esposa que, dada su educación y posibilidades económicas, podía practicar libremente la música y la poesía (al modo de Petrarca)
De mi sol claro, con la muerte ciego,
aquí miro doquier las dulces huellas;
ciego no; más allá de las estrellas
arde con luz más clara y vivo fuego.
Aquí vencido de mi amante ruego,
él me mostró sus cicatrices bellas,
y yo mis labios estampaba en ellas,
y las bañaba de mi llanto el riego.
Sus brillantes victorias me contaba
y el modo y la ocasión con la serena
faz con que abría la contienda brava;
de llanto rompo en dolorosa vena,
pues lo mismo que un tiempo me alegraba
me causa ahora inconsolable pena.
Sin embargo, su soledad le termina por abrir una segunda vida en donde lo espiritual tendrá una importancia capital.
Su encuentro con erasmistas como Valdes Leal o el cardenal Reginald Pole le hacen interesarse por una religiosidad más auténtica, individual e interiorizada que entra de lleno en una de las grandes polémicas de la época (la justificación por la fe planteada por Lutero y en estudio por parte del Concilio de Trento)
La idea era sencilla. ¿qué salvaba a los hombres, la fe o las buenas obras? Lutero defendía la primera mientras que el Concilio terminará por sancionar las segundas. El grupo de Vittoria planteaba las obras como un testimonio de fe, intentando vincular las dos aunque dándole primacía a la fe.
A nosotros todo esto nos puede parecer algo sumamente irrelevante pero fue algo trascendental para la época y, a la postre, la piedra de toque que terminó por separar a las dos religiones (católica y protestantes) que crearían dos modelos ideológicos, políticos y económicos totalmente antagónicos.
Estas ideas del grupo reunido en Viterbo se recogieron en un libro (El beneficio de Cristo) que terminaría por entrar en el índice de libros prohibidos, llevando a alguno de sus autores a las hogueras de la Inquisición.
Crucifixión. Miguel Ángel
También lo conoció Miguel Ángel, que terminó por establecer una profunda amistad con Vittoria Colonna, para la que realizó varios dibujos en donde se prescindía de cualquier tipo de decorativismo para centrarse en el drama (casi humano) de Cristo en la Cruz (que tendrá eco en lo hispano, como vimos aquí) o, en la Piedad, de la pura muerte (Un cuerpo, bellísimo, que no está martirizado, sino abandonado a la muerte. Forcellino)
Figuras para la meditación sobre los sufrimientos de Cristo (una de las prácticas piadosas que realizaba el grupo) que debían fortalecer esta fe en lo básico (el sufrimiento, la muerte de un Cristo que poco tiene de divino) y que serán básicas para comprender la obra del Miguel Ángel más anciano (Capilla Paulina, Pieta de Rondanini)
Piedad de la Opera del Duomo
“Llegado está el curso de la vida mía,
con tempestuoso mar,
en frágil barca,
al común puerto,
donde se va a rendir
cuenta
y razón de obras tristes o piadosas.
Así la apasionada fantasía
que del arte hizo mi ídolo y monarca
conozco ahora estar cargada de errores
y lo que, a su pesar, busca el hombre.
Los amorosos pensamientos, alegres y vanos,
¿qué harán si a dos muertes me aproximo?
De una estoy cierto, la otra me amenaza.
Ni pintar ni esculpir me dan sosiego
al alma,
vuelta a aquel amor divino
que en la cruz a todos nos abraza”.
Poema de Miguel Ángel
Como afirma Antonio Forcellino, el Renacimiento muere para dar paso a una nueva sociedad, la Contrarreformista.
En medio de este camino, algunos espíritus sensibles (como Colonna o Miguel Ángel) intentan una tercera vía, mucho más espiritual, que terminará abrasada por las hogueras de la Inquisición.
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