Una de las primeras novelas de Ishiguro (junto a Pálida luz en las colinas, las únicas de tema japonés) que retrata con una poética precisión la sociedad japonesa antes y después de la II Guerra Mundial.
Su protagonista, un viejo pintor que rememora, nos habla (de forma tangencial, como siempre hace el autor en todos sus temas) del paso de una época fascista y victoriosa a otra mucho más pragmática y occidental tras la gran derrota de la guerra (y en medio de la Gran Historia, la microhistoria de las pasiones y las traiciones, leves, casi imperceptibles).
Pasa revista también a lo eterno (las tradiciones más arraigadas, como la cortesía o las alucinantes negociaciones de matrimonio) y, a la vez, a lo más etéreo, ese mundo flotante que tanto amaron antes de la guerra, un lugar nocturno de placeres y sensaciones ambiguas (tan parecido al París de fin de siglo, también en lo artístico) que es la gran metáfora del tiempo, de las grandes Ideas que apenas son un recuerdo cuando vuelve a despuntar el día, pues todo cambia, y sólo queda una leve memoria, apenas si eso, de lo que una vez pasó.
Otros libros del autor en nuestros blogs
.